Bobalicón batiburrillo fabricado sin gracia ni talento a partir del desguace de "Gladiator", "300" y el cuento romántico de Romeo y Julieta. Los plagios llegan al detalle (los reiterados planos de las puntas de flechas a punto de ser lanzadas). La bizarrada no tiene límites: un siciliano llamado Lucio en el siglo XIII a. C. (cuando aún no existían ni los antepasados de los romanos), un soldado con un nombre griego moderno, Sotiris (aunque esto ya ocurría en "300": Stelios), luchas entre gladiadores con retiarii incluidos, celebrados en teatros inmensos con vistas al mar... La única escena que se antoja un poco original, la del combate gladiatorio en las rocas suspendidas sobre el abismo, es desaprovechada. Todos y cada uno de los golpes son, como en "El rey Arturo" (2004), falsos, diseñados para un público infantil bajo control parental. Casi no hay sangre, como en "Las Crónicas de Narnia". Ni siquiera es fiel al mito: el verdadero origen de la leyenda solo comparte con este guion la unión de Zeus con Alcmena: luego la cosa deriva hacia una novela romántica en la que tiene que entrar todo, desde el león de Nemea hasta la falange hoplítica, pasando por el pícnic con la novia rubia y el villano sin rastro de humanidad. Si los griegos antiguos hubieran visto a este Hércules sensible y enamoradizo, lo habrían tachado de afeminado.