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Voto de Juan Ignacio :
6
Drama En 1950, una vez cumplidas sus condenas, tres presos muy diferentes -un médico (Alberto Closas), un funcionario (Ferdinand Anton) y un ladrón (Folco Lulli)- abandonan la cárcel rumbo a sus nuevas vidas. Los tres acuden a la estación de tren para viajar a la ciudad. Mientras esperan en la estación, sueñan con esa nueva etapa que les espera y las esperanzas que albergan de esa nueva vida. Aunque la cruda realidad de enfrentarse a la ... [+]
22 de enero de 2019
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bartolomé Iniesta 'El Nene', Julián y Nicolás salen al mismo tiempo, una mañana gélida de invierno, del penal donde han pasado los últimos (entre cuatro y seis) años de sus vidas. Si bien 'El Nene' que es su cuarta excarcelación y sabe que va a volver muy pronto, solo sabe robar, Julián y Nicolás se ven ante un incierto y desesperanzado futuro. Han cumplido sus condenas, pero son conocedores de que ante la sociedad siguen siendo presidiarios y, por ello, que ésta no se lo va a poner fácil para rehacer sus vidas. Se dirigen a la estación ferroviaria para tomar un tren del que no sabemos ni su procedencia ni destino.

Coproducción hispano-italiana interpretada por actores no solo de estas dos nacionalidades, sino de otras más con el propósito de facilitar su distribución internacional.

José Antonio Nieves Conde dirige esta película cuyo guion, sobre un argumento de Faustino González Aller, también es obra suya. Nieves Conde da en este film una muestra más de su talento como director; tiene que rodar en espacios mínimos, los vagones de un ferrocarril, con mucha gente, y lo hace con soltura y eficacia. Sin embargo, como guionista, no raya a la misma altura; por un lado hay que destacar la crítica social que hace sobre las penurias de la mayoría de la población española en aquella época, mientras unos pocos vivían en la abundancia, sobre la necesidad de emigrar, y sobre la doble moral de la clase acomodada; en un tiempo que ello no era sencillo debido a la censura existente, pero, por otro, el juicio que hace resulta demasiado evidente y aparece cubierto de empalagosa moralina, con el añadido de unos diálogos demasiado literarios, lo que no les hace naturales y, en algún momento, resultan forzados, lo que unido al doblaje de los intérpretes extranjeros da por resultado unas actuaciones, excepto las de algunos secundarios, que parecen más teatrales que cinematográficas.

Es de justicia destacar la magnífica fotografía en blanco y negro de Francisco Sempere.
Juan Ignacio
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