Adaptación cinematográfica basada en la novela homónima de Pío Baroja.

Madrid, comienzos del siglo XX o finales del XIX. Manuel es un joven que llega de su pueblo castellano a intentar abrirse camino bajo el amparo de su madre que ya lleva trabajando en Madrid desde hace un tiempo. La falta de trabajo y la indolencia del propio Manuel le llevarán al camino de la marginalidad.

Si previamente a la visión de esta película se ha leído la novela de Pío Baroja, se ve que Angelino Fons traslada a la pantalla un guion muy esquemático de dicha obra, con diferente final. No se debe juzgar la obra cinematográfica comparándola con su referente literario, pero en este caso, aun sin conocer la novela, se advierte que hay muchas elipsis por parte del director que resultan abruptas, incluso que hacen que no se entienda bien la evolución del personaje principal. La interpretación de los actores, en general, resulta demasiado plana, con muy pocos matices y registros (exceptuando la buena actuación de Emma Penella), hecho aun más manifiesto en el protagonista, el actor francés Jacques Perrin, que encima se ve lastrado por la impostura del doblaje. La vida miserable del submundo de aquella época queda reflejado de forma concisa, sin hacer hincapié en ello, lo que es un acierto, aunque quizá resulte demasiado simplificado. Merece destacarse meritoriamente la fotografía de Manuel Rojas.