Laura Alonso reconoce a su hermana Sara, de quien no sabe nada desde que hace dos años esta se marchó a África a trabajar como médico en una ONG, en un reportaje periodístico realizado en Virunga, Noreste de la República Democrática de Congo, donde se encuentra entre los miembros de uno de los varios grupos militares que operan en el lugar con el objeto de ganar mucho dinero con la extracción ilegal del coltán. Laura no se lo piensa dos veces y se traslada a Kampala con la intención de pasar a la región de los Grandes Lagos en cuanto pueda para encontrar a su hermana.

Norberto López Amado, con guion de Jorge Guerricaechevarría, dirige con gran técnica y pulso firme una historia que es mucho más que una película de aventuras; en realidad estamos ante el viaje interior de su protagonista hacia un infierno (quedan claras las referencias a Joseph Conrad) durante el cual se descubrirá a ella misma en su totalidad. Pero, 'El cuaderno de Sara', dice aún muchas más cosas, y todas ellas con una factura casi perfecta gracias a un guion muy bien elaborado y una dirección redonda. Alguien podrá decir que la historia es irreal, que una mujer casi sola, con muy escasa ayuda, no hubiera durado nada en esa aventura; pero, aparte de que estamos ante una obra de ficción, quiero señalar que eso no es, ni mucho menos, lo principal a tratar en esta cinta, ni tan siquiera lo es la causa de tal situación en esa parte del continente africano, algo, por otra parte, demasiado conocido. Lo principal, a mi juicio, es mostrar la realidad de lo que allí ocurre, pero no a modo de documental, que hubiese sido lo más sencillo, sino haciéndolo como guionista y director exponen al público, creando y desarrollando unos personajes con fondo, con alma, que rezuman verdad y credibilidad en sus acciones y contenidos. Bellos y cautivadores personajes, como el de la protagonista, Laura, amante de su padre (ahora ya víctima de un avanzado estado de alzheimer) y de su propia hermana, a quien busca, aunque siempre se haya sentido menos querida por su progenitor que Sara. El del Padre Salvio (siempre es un gozo disfrutar en la pantalla de la presencia de Enrico Lo Verso, aunque sea en un papel pequeño como en esta ocasión), un misionero que, en apariencia, solo en apariencia, parece estar realizando un trabajo infecundo. El de Jamir, personificando a tantos niños soldados forzados a matar, quienes, en el caso de que sobrevivan, quedarán con heridas psíquicas incurables en la mayoría de los casos. Y, por último, la propia razón de Sara, quien, en el servicio a los demás, ha encontrado la razón de su existencia.

Se nos muestra la realidad del máximo horror que se pueda dar sin negar nada de la crueldad de este, pero, también, sin caer en una reincidencia macabra. Aires de gran producción, pero apostando por lo íntimo de cada caso que se va sucediendo, sin que la pirotecnia prime sobre el fondo. Película que apuesta por dar a conocer el sufrimiento de una parte de África desde el corazón de quien lo observa, me atrevería a decir que desde la compasión, palabra a la que se le suele dar un sentido peyorativo cuando su verdadero significado es laudatorio.

Por último, resaltar la gran interpretación de Belén Rueda.