En realidad, nunca me había hecho ilusión ninguna de las aventuras en el mundo de Oz. Ni el clásico de 1939, ni ninguna de las secuelas innecesarias, ni las versiones animadas o infantiles, ni las series sin lógica o que cuyo título lo aparente, ni mucho menos la última película de Sam Raimi, la precuela del mito, "Oz, un mundo de fantasía".

Narra como James Franco, interpretando al mago de pacotilla Oscar "Oz" Diggs, viaja al mundo de Oz para, al parecer, recuperar su trono. Por supuesto, para conseguirlo deberá derrotar a la bruja mala con ayuda de la bruja buena y otros bichos fantásticos.

Bueno, para empezar, a excepción de todas las brujas (sobreactuadas a más no poder), todos los personajes son muy carismáticos y memorables. El mono volador, la muñeca de porcelana (puede parecer algo molesta, pero termina agradando)... incluso el propio protagonista, estúpido y mujeriego, no resulta desagradable del todo.

Obviamente, el otro punto a favor son los escenarios, todo coloridos y creativos; los diseños de varios personajes, sobre todo los monstruos; los efectos especiales, fantásticos y bastante creíbles...

Pero claro, no todo es bueno en esta peli. En contra, está claramente la historia. No solo tenemos muchos momentos que realmente nunca explican, sino que la historia es bastante tópica, predecible y sin gracia. El otro punto negativo, por cierto: a pesar de ser de Disney, no es graciosa. No esperaba reírme como en "Up", por ejemplo, pero sí como en "Piratas del Caribe".

Pero en fin, quizás deba darle otra oportunidad al mundo de Oz, y si te ha gustado esta crítica, te ha convencido y te gustan las historias fantásticas, a lo mejor tú también podrías darle una oportunidad al director de la trilogía de "Spider-man" y a la precuela de una de las historias más míticas del cine.