En 2009 James Cameron revolucionaba la industria cinematográfica al presentar la primera película que iba a poder verse con gafas 3D en la historia. La experiencia era, cuanto menos, fantástica y digna de pagarse; no en vano es la película más taquillera de la historia, y buena parte de culpa tiene lo recaudado en sesiones 3D. A partir de ese momento, se empezó a abusar sobremanera de la moda tridimensional, sin que dicho 3D justificase en ningún caso el precio pagado por entrada. Que sí, es cierto que algunas películas (exclusivamente blockbusters) han ofrecido algunas escenas dignas para una película 3D, pero eran casos tan aislados, y tan pocas escenas por película, que tod@s estábamos bien escarmentados del timo de las tres dimensiones. HASTA HOY.

Doctor Strange (el Doctor Extraño de toda la vida) es la primera película en 7 años que justifica pagar la entrada 3D. Es toda una experiencia cinematográfica digna de sentir a lo grande. Los planos astrales, mundos oníricos, dimensiones y demás recursos empleados hacen que, sólo por eso, valga la pena verla con esas gafas tan incómodas y que tanto "oscurecen" la pantalla. Y ya os digo, sólo por disfrutar esto ya vale la pena verla, pero es que además no es para nada una mala película.

Poniendo como ejemplo Avatar, una revisión del mito de Pocahontas y el Nuevo Mundo, tenemos la última incorporación al Universo Cinematográfico Marvel, en esta ocasión en una especie de "Harry Potter Ironmanizado". Está claro que no es un filme que vaya a cambiar las leyes de cómo realizarse una película, pero lo que es innegable es que la fórmula Marvel funciona (algunas veces menos que otras), y esta vez a lo grande. La primera hora de metraje es EXCELENTE, destacando sobretodo a Cumberbatch, que parece haber nacido para el papel. Y si bien los secundarios, aunque correctos, no destacan excesivamente, y menos con un Cumberbatch al que su papel sienta como un guante, no se puede decir que no estén bien desarrollados: Mordo, en manos de Chiwetel Ejiofor, tiene toda la pinta de ser el "nuevo Loki", la Anciana, Tilda Swinton, cumple a la perfección, y Kaecilius, pese a no "asustar" tanto como se esperaría de un actor como Mikkelsen, no es para nada un mal personaje. Quizás el secundario peor tratado sea el interés amoroso, interpretado por Rachel McAdams, pero en una película dónde prima el espectáculo visual y la introducción de conceptos nuevos, casi es un alivio.

Se podría decir que la mayor problemática de Doctor Strange reside en su segunda mitad, en la que sí que se nota un cambio de ritmo y se centra en hacer vivir al espectador todo un mundo nuevo de hechizos y dimensiones, aunque bajando el nivel del guión presentado en la primera mitad (aunque tampoco perjudica para nada el resultado final). Si la primera hora es excelente, la segunda es de notable como mínimo, para tratarse de un blockbuster sin pretensiones y cuya mayor aspiración es hacer vivir una experiencia inolvidable en el cine. Y vaya si lo consigue...