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Voto de Fco Javier Rodríguez Barranco:
9
Taxi Teherán
2015 Irán
Documental, Intervenciones de: Jafar Panahi, Hana Saeidi, Nasrin Sotudé
6,6
3.930
Documental. Drama Un taxi recorre las vibrantes y coloridas calles de Teherán. Pasajeros muy diversos entran en el taxi y expresan abiertamente su opinión mientras charlan con el conductor, que no es otro que el director del film, Jafar Panahi. Su cámara, colocada en el salpicadero del vehículo, captura el espíritu de la sociedad iraní a través de este viaje. (FILMAFFINITY)
10 de octubre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con lo difícil que les resulta a los iraníes hacer cine, pero hay que ver que cada vez que una de sus películas consigue difusión internacional, arrasan en los festivales más prestigiosos del mundo. León de oro en Venecia, Palma de oro en Cannes, Espiga de oro en Valladolid, Oso de oro en Berlín, entre otros muchos reconocimientos jalonan el recorrido internacional del cine iraní durante los últimos veinte años, además del Oscar a la Mejor película en habla no inglesa a Nader y Simin, una separación (2011), de Asghar Farhadi. En Wikipedia he obtenido el siguiente dato: en 2006, seis películas iraníes, de muy diferentes estéticas, representaron a este país en el Festival Internacional de Cine de Berlín. Hemos de mencionar, evidentemente, el magisterio de Abbas Kiarastomi, de quien se pudo ver en España en su momento dos producciones deliciosas: A través de los olivos (1994) y sobre todo El sabor de las cerezas (1997), cuya banda sonora el música popular iraní.
En esa línea de cine de calidad, acaba de estrenarse en las pantallas españolas la producción Taxi Teheran (2015), de Jafar Panahi, galardonada con el Oso de oro en la Berlinale, para comentar la cual necesito recordar las palabras de Camilo José Cela cuando ejercía de escritor y publicó La colmena, que se publicó en Buenos Aires en 1951, y en España en 1955. Decía así el novelista de Iria Flavia, cito de memoria y, por tanto, sin entrecomillado: no he hecho otra cosa que coger una cámara fotográfica y retratar la realidad que se ofrecía a mis ojos.
De realismo social y represiones sabe muy bien Jafar Panahi, que padeció arresto domiciliario, circunstancia que aprovechó para rodar en su casa el grandioso filme: This is not a film (2011). Ahora se le permite salir de casa, pero no al extranjero y la prohibición de hacer cine sigue vigente, motivo por el cual ha rodado Taxi Teheran, donde simula ser un taxista que recoge, digamos, casualmente a una serie de pasajeros que le permiten hilvanar la realidad cotidiana de Teherán, en particular, e Irán, en general. Por lo tanto, Cela concibió La colmena como una metáfora de la fotografía, pero Panahi coloca literalmente una cámara de vídeo en un taxi para grabar las escenas de su ciudad, las situaciones de su país.
Y es que, cada vez que uno ve una película iraní, le queda la sensación de estar asistiendo a la reinvención del cine sobre la base de la sencillez, quizá no tanto con Nader y Sinim, cuya estructura es mucho más compleja, pues en este largometraje todos, absolutamente todos los personajes, niños incluidos, son víctimas y victimarios simultáneamente. Uno de los personajes en el largometraje que estamos comentando es estudiante de cine y visionador compulsivo de DVDs piratas de películas prohibidas, es decir, casi todas las no iraníes, a lo que Panahi objeta: “Esas películas ya están rodadas”, puesto que su intención obvia es hacer algo nuevo en todos los sentidos, incluso en las circunstancias más restrictivas. Incluso cuando se le ha prohibido ejercer su oficio.
Pero en Taxi Teheran, el artificio se limita a una cámara situada en el salpicadero de un coche. De hecho, Panahi renuncia a los créditos, quizá para proteger a sus pasajeros “casuales”, quizá para apuntalar la idea de que ese cine no es el estándar. El caso es que la ficha técnica oficial del filme no contiene ningún dato más allá del nombre del director, de lo que no conozco ningún ejemplo previo, ni me resulta fácil recordar algo similar a este documental de la ficción, que no es tal ficción, sino la cruda realidad.
Así, entre las personas que toman el taxi se plantean situaciones como la pena de muerte (Irán es, después de China, el país del mundo donde más personas se ejecutan), la situación social de la mujer, la brutal represión política, la carencia de los derechos más elementales, el adoctrinamiento escolar, las supersticiones, la violencia, abogados que no pueden desarrollar sus defensas en libertad, etc. Un prisma completo de la sociedad que le ha tocado vivir a Panahi, donde a los cineastas se les exige que sus películas sean distribuibles, es decir, que rueden la realidad, pero que ignoren todo aquello que sea demasiado real.
Eso es lo que le cuenta a Panahi, de quien se me ha olvidado decir, que es el conductor del taxi, un pasajero especial: su sobrina, estudiante de Primaria, que parangona al tío rodando con su cámara de fotos con el techo de conseguir algo distribuible. Y me resulta muy interesante que el eje de la protesta social de La bicicleta verde, única película saudí hasta la fecha, cuya directora, Haifaa Al-Mansour, además es una mujer, que tuvo que filmar las escenas exteriores escondida en una caravana, como ahora Panahi lo hace en un taxi, y donde la nota crítica a la sumisión femenina la aporta una niña de diez años: Wadjda; como también sucede en la iraní Taxi Teheran, en la que las opiniones de la sobrina de Panahi son bastante ácidas, o cuando menos escépticas con respecto a las películas distribuibles. Parece como si en diferentes regiones del islam estuviera cuajando la idea de que el futuro de los países musulmanes es la mujer.
Por último, entre la galería de personajes que utilizan el taxi de Panahi, considero que merece una mención especial el vendedor clandestino de DVDs, pues ésa es la única vía de acceder al cine extranjero, según he manifestado más arriba, pero también porque en las características físicas del “pirata” me parece observar un guiño hacia algo tan del gusto surrealista como los enanos: no es propiamente el vendedor en la producción de Panahi un enano, pero sí parece una importante tara física que le aproxima a este colectivo tan entrañable, por otro lado. De ser así las cosas, Panahi, sin renunciar a su propósito de hacer un nuevo tipo de películas, estaría rindiendo tributo a uno de los mayores cineastas de la Historia: nada menos que Luis Buñuel.
Fco Javier Rodríguez Barranco
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