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España España · Galicia
Voto de Sandris:
8
Drama. Bélico Basada en hechos reales ocurridos en 1905, narra como la tripulación del acorazado Príncipe Potemkin de Táurida se cansan del tratamiento vejatorio e injusto de los oficiales. El detonante de la situación es la carne podrida que éstos quieren que los marineros se coman. Con este motín comienza el reguero revolucionario por Odesa y toda Rusia. (FILMAFFINITY)
11 de mayo de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera vez que vi esta película, hace la friolera ya de casi 5 años, fue en la Facultad cuando nuestro profesor de Cine y Literatura, ahora conocido por ser el presidente de la Real Academia Española, nos la puso y nos dijo: ''En esta obra se concentra el cine, podréis ver películas con más trama, con más efectos especiales y con más moraleja, pero nunca veréis algo como esto. Porque son este tipo de películas lo que hacen del cine el arte que es hoy en día''. Cinco años después vuelvo a verla y tengo que darle la razón al Señor Villanueva. Puede que no sea la película más entretenida de la historia, pero sin las lecciones cinematográficas de Serguéi Eisenstein, muchos de los filmes más trascendentales en la actualidad serían impensables.

Uno de los elementos más importantes con los que Eisenstein contribuyó al cine, fue su técnica con respecto al montaje al combinar los planos con total maestría y la inclinación de la cámara a la hora de filmar para enfatizar ciertos episodios. Terminó desarrollando su propia teoría a este respecto, y esa investigación sirvió de base para diversos directores de Hollywood.

Quizá una de las imágenes más famosas del cine sea la escena de la matanza de los ciudadanos de Odesa, formada por 170 planos con un tempo a ralentí que convierte a la masa humana en la protagonista absoluta. La fotografía de este suceso es simplemente sublime, descarnada y brutal. Una de las cosas que más llaman la atención en la carga contra los ciudadanos de Odesa, es que los soldados no tienen cara, únicamente poseen sus armas y tienen boca. Detalle que nos induce a pensar que estamos ante una deshumanización de los soldados, mostrando solo los elementos más feroces o amenazantes. En cambio, las víctimas sí tienen rostro, otorgándosele así el protagonismo completo en la situación, dejando claro quiénes son ''los buenos'' y quiénes ''los malos'', quiénes las víctimas y quiénes los verdugos.

El objetivo de los filmes del director ruso está claro. Todas sus obras, y esta en especial, se centran en la denuncia y la crítica social de la Rusia gobernada por los Zares. De este modo, 'El acorazado Potemkin' representa la magnificación de la figura de las masas y las causas colectivas contra el poder opresivo y las injusticias sociales. Tomando un caso real como fue este amotinamiento en 1905 por parte de los marineros del acorazado Potemkin, a causa de las infrahumanas condiciones en las que vivían, el director hace alarde de su técnica de una forma magistral para lanzar sus dardos envenenados al sistema zarista, convirtiéndolo en un símbolo absoluto de la revolución.

No deja de ser un filme extremadamente propagandístico a la hora de legitimar ideológicamente ciertos regímenes políticos, representando al individuo como un ser esclavo de los poderosos que decide romper sus cadenas y tomar su libertad cueste lo que cueste. Pero lo que sí es cierto es que ha marcado un antes y después en la historia de la cinematografía.

Una joyita del cine mudo que todo cinéfilo debería ver, al menos, una vez en la vida.
Sandris
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