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España España · Galicia
Voto de Sandris:
9
Ciencia ficción. Drama Futuro, año 2000. En la megalópolis de Metrópolis la sociedad se divide en dos clases, los ricos que tienen el poder y los medios de producción, rodeados de lujos, espacios amplios y jardines, y los obreros, condenados a vivir en condiciones dramáticas recluidos en un gueto subterráneo, donde se encuentra el corazón industrial de la ciudad. Un día Freder (Alfred Abel), el hijo del todopoderoso Joh Fredersen (Gustav Frohlich), el hombre ... [+]
16 de septiembre de 2018
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El mediador entre el cerebro y las manos ha de ser el corazón".

Un monumento cinematográfico 'made in' Fritz Lang. Una metáfora brutal sobre la sociedad tremendamente industrializada, dependiente de las máquinas y las fábricas para permitirse un nivel de vida por encima de sus expectativas que deshumaniza al extremo a los obreros, que no dejan de ser otra cosa que el arma que genera la riqueza que la élite disfruta, mientras ellos perecen bajo las inhumanas condiciones a las que son sometidos. Crudo retrato del marxismo en su más pura esencia, reflejando a dos clases perfectamente diferenciadas, enfrentadas en la lucha por el poder y la libertad.

Este clima de tensión se exacerba con el inminente estallido de una revolución por parte de los trabajadores, una rebelión que les costará mucho más que la libertad que nunca han poseído. Esta atmósfera de presión va creciendo conforme se muestran las condiciones laborales de los obreros en la fábrica, llegando a reflejarlos como una masa informe de músculo - metal - muerte, mientras caminan hacia su calvario como si marcharan hacia el mismísimo infierno. Un contraste especialmente desproporcionado y devastador, al observar el lado opuesto de la ecuación: el ostentoso nivel de vida que mantienen los que gobiernan las fábricas y, por ende, la metrópolis. Mientras la clase adinerada y poderosa de la ciudad vive en impresionantes rascacielos en la superficie, la casta de trabajadores vive bajo la ciudad, confinados junto al corazón industrial. Aunque la situación parece cambiar cuando Freder, hijo del dueño de la fábrica, se enamora perdidamente de María, una mujer humilde que le hace replantearse todos sus ideales, encontrando en este sentimiento la fuerza necesaria para intentar evitar la destrucción de su mundo.

También se pueden apreciar ciertos paralelismos y simbolismos tomados de la cristiandad, como la similitud entre la leyenda de la construcción de la Torre de Babel que María relata y la construcción de la ciudad por parte de los obreros - esclavos, al igual que en la antigua Babilonia. María (el nombre no obedece al azar) se erige como la mesías, la encargada de difundir un mensaje de paz y armonía con el que enfrentar a los opresores. Caracterizada como un ángel, aconseja siempre tomar el camino menos dañino y evitar una sangrienta confrontación en la que ellos serán los que saldrán perdiendo, atrapados para siempre en las catacumbas. Ese Apocalipsis siempre presente, silencioso, pero escondido bajo la trama a la espera del momento más oportuno, cuando las máquinas - robots irrumpan en el horizonte al grito de: ''¡La muerte toma la ciudad!.''

La arquitectura de la obra es totalmente impresionante, con una fotografía preciosa de unos rascacielos que guardan mucha semejanza con los de Nueva York y unos efectos especiales que no parecen de 1927, por su calidad y modernidad. Ciencia ficción en estado puro.

Quizás lo que más miedo da del filme es la sensación de proximidad que me ataca el alma, como si esta deshumanizada y espantosa ''Megalópolis'' ambientada en ese 2026, sea tan solo un eco de nuestro futuro más próximo. En definitiva, 'Metrópolis' se convierte en un monumento cinematográfico producto de un visionario adelantado a su tiempo.


PD: Como dato curioso, Chaplin confesó que esta película fue su inspiración a la hora de crear su imperecedera 'Tiempos modernos'.
Sandris
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