Reunión cutre y soporífera de los tópicos más típicos del slasher para contarnos una de crímenes sin resolver a la escandinava. Con su propósito de permitirse un pequeño espacio para lo diferente mezclando culpables, lo único que consigue es ingresar otro factor más para no justificar su visionado, la estupidez. Nada de cuanto surge tiene credibilidad alguna, comenzando por los cuatro personajes insustanciales que lo sustentan y faltos de conectividad entre los mismos: no tienen nada que ver los unos con los otros con absoluta incompatibilidad de caracteres, por lo que cualquier posibilidad de un encuentro dedicado a la carnalidad romántica y al recuerdo de la tragedia, es pura fantasía.
Han debido pensar que a raíz de la falta de una resolución del hecho, en la demencia humana tiene cabida también la incoherencia narrativa y las sorpresas surrealistas, en un contexto ya de por sí ridículo, que ni consigue si quiera repetir con un éxito medio los rituales cotidianos del serial killer. Pues se han equivocado de pleno. Desde luego, no solo no se dirige por el camino de dar teóricas respuestas (demasiado sería pedirle a algo tan pobre y banal), sino que riza el rizo y se postula como tontería dentro de la tontería. Si alguien tiene la inconsciencia de verla, lo entenderá.

¿Es tan ilusa que cree optar a posibles secuelas?