No estando del todo disconforme con el resultado final, es una evidencia más de lo pecaminoso y contraproducente de llevar a la gran pantalla videojuegos de éxito internacional. Casi siempre, al menos. La lista es amplia y no ofrece dudas. Para muchos, horas y horas de entretenimiento jugando y disfrutando ante el televisor o el monitor (no ha sido mi caso con “Doom”), esperanzas frustradas repetitivamente para sus seguidores al producirse ese salto de la videoconsola o el ordenador al cine, que verifican, una y otra vez, que nunca debió producirse.
En esta ocasión el despropósito no es total. No vale la pena ensañarse con la actuación marcial de 'The Rock', porque es un tío simpático que tiene el carisma suficiente para ser el protagonista de la acción que quiera que sea. Él pone el músculo como acostumbra, Karl Urban le da la réplica con valores y la guapa y ex chica Bond Rosamund Pike, el talento. Para lo esperado, suficiente. A cambio de personajes estereotipados y escenas sabidas y vistas en películas tales como “Virus” (1999) o “Fantasmas de Marte” (2001), por mencionar algunas no muy lejanas en el tiempo con respecto a “Doom”, logra transportar al personal a ese agreste planeta (no podía ser menos), de interiores, eso sí, y crear una atmósfera muy correcta tras cruzar la puerta que lleva de nombre 'peligro'. Todo, incluso las divisiones de criterios a seguir por cuestiones éticas en su versión más extrema, habrían hecho algo salvable y digno; todo, hasta que se les ha ocurrido la 'inteligente' idea de cruzar el cine con un shooter (juegos de acción destinados al desarrollo en primera persona). Eso ha sido un error mortal.

Game over.