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Voto de John Dunbar:
9
Comedia Sacha Baron Cohen, el peculiar protagonista de "Ali G anda suelto", interpreta a Borat, un reportero de Kazajistán. Por orden de su gobierno, el periodista va a Estados Unidos para rodar un documental pedagógico, que debe recoger las mejores enseñanzas de los USA para que su país las aproveche. Pero el trabajo no será tan fácil como parece... (FILMAFFINITY)
27 de diciembre de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con Borat quedaron claras dos cosas, una que el británico Sacha Baron Cohen es un crápula del humor, y dos, que la realización del falso documental adquirió a partir de este momento una nueva forma, una nueva implicación tras las incursiones esporádicas que antes y después ha dado el género de terror. Borat es a la sátira lo que una buena bandeja de bollería industrial es a las arterias: puede que sea perjudicial para la salud, pero la disfrutas como si no hubiera un mañana. Este clown del absurdo no deja títere con cabeza de todo cuanto nos rodea: política, sexualidad, religión o mitomanía dan igual, tanto si lo busca como si lo encuentra, para este reportero de mentira de origen kazajo no existe límite mientras haya incentivo, sus dardos envenenados disfrazados de ignorancia palurda son disparados aviesamente hacia todo aquel que tiene la desgracia de cruzarse en su camino o ser parte del malicioso motivo. En su viaje por carretera por los U, S, and A (reproducido más o menos tal cual, espaciado e intentando transcribir lo que con pitorreo él entienda en su asilvestrada cabeza), recoge un muestrario variado del que hacer escándalo, adaptando la vida y costumbres de su teórica procedencia a la teórica vida y costumbres de la nación que considera a tomar como ejemplo. Un tour de force de salvaje a persona imposible de tomar con objetividad en donde combina improvisación e intencionalidad para llegar a su objetivo, tropezando cara a cara con varias piedras de toque durante la travesía que le conducen a aclarar sus extravagantes dudas y sacar conclusiones donde los involucrados de ese particularísimo extranjero ignoran que lo están siendo. Baron Cohen resulta tan auténtico y la filmación falsamente documentalista tan sólida, que no solo los que se ven comprometidos por sus extrañas preguntas o incómodos actos no sospechan nada, sino que yo también dudo que él mismo no sea otra víctima incorporada en la escena.
La idea tras el cachondeo desmantela consabidos convencionalismos de un espejo en el que Borat se quiere mirar para salir repelido como las dos caras de una misma moneda. Su road movie convertida en viaje iniciático es una controversia permanente, un homenaje al mal gusto y a la incorrección sin parangón, poniendo patas arriba cualquier cosa que sea susceptible de este grano en el culo teñido de falsa realidad.

No se me ocurre personaje más surrealista. Es imposible.
John Dunbar
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