Frío, manipulador y falto de escrúpulos; como un felino al acecho que escudriña a su presa. Así es un sobresaliente Jake Gyllenhaal -no entiendo su no nominación a los Oscars-, quien con su personaje de Louis (Lou) Bloom en “Nightcrawler” se erige como el perfil perfecto del psicópata y sus ojos y su mirada la clave para entenderlo.
Lou es un tipo sin formación y sin trabajo pero es astuto e inteligente, con gran capacidad de observación y aprendizaje. Descubre la noticia criminalista y se las arregla para hacer de servidor amateur de imágenes para una cadena local. Su afán por el dinero le llevará por unos derroteros que no imaginaríamos. Cuando conoce a Nina (Rene Russo), su enlace con la cadena, ve cómo poco a poco sus posibilidades de escalar y aspirar a más aumentan. Las puertas de la avaricia, entonces, se le abren de par en par.
Denuncia social, crítica a la forma de informar de algunos y espejo de la sociedad en decadencia en la que por muchas razones vivimos. Naturalmente todo el argumento esconde una crítica directa a la forma de comunicar de muchos medios de información. Señala con el dedo a quien va más allá de la noticia. La visión siniestra incluso sádica del trastornado protagonista es exagerada pero no se aleja mucho de la realidad de hoy. Son tiempos modernos, los tiempos de la era digital, en donde algunos son vendedores de morbo más que simples cauces de información, en donde cualquier límite ético establecido se sobrepasa a menudo con tal de ganar audiencia y vender. Cuanto más de ambos, mejor. A cualquier precio. O casi.

Una opera prima realmente destacable.