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Voto de John Dunbar:
7
Intriga. Thriller Un policía (Al Pacino) se ve obligado a infiltrarse en los ambientes gays más sórdidos de Nueva York para atrapar a un asesino de homosexuales. (FILMAFFINITY)
31 de agosto de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película seguramente más sórdida en la carrera de Pacino, de la de Friedkin y una de las de la historia del cine americano. Un thriller policiaco sin compostura académica que ofreció, de segundo plato, todo hay que decirlo, al sucesor de Vito Corleone la ocasión de lucirse como actor una vez más. William Friedkin ('The French Connection', 'El exorcista') adaptó la novela homónima de Gerald Walker y terminó por brindarle a Al Pacino uno de esos personajes que todo actor dice querer, uno de esos con riesgo, de propensión directa al ruido, nada amodorrado en la comodidad. La ambigüedad sin mesura es un arma de doble filo utilizado con perfidia en este film: por un lado, la perspectiva sexual siempre ofrece dudas acerca de hacia qué preferencias se orientan más los gustos de Steve Burns, el papel de Pacino, quien encarna a un policía encargado de investigar la secuencia de crímenes acontecidos en la comunidad gay en Nueva York, momento creciente en paralelo a la realidad del colectivo homosexual del que se aprovecha para armar una trama llena de tenebrosidad, además de las citadas ambigüedades.
El segundo punto por el que siembra la duda razonable, se sobrentiende con malsana intención, se encuentra en la misma investigación del turbio caso. Realmente la incertidumbre sobre la identidad del asesino se prolonga hasta sus últimas consecuencias, es decir, se juega intencionadamente con ella hasta el punto de prestarse al debate. Todo parece indicar que es A, pero bien podría ser B, con un beneplácito planteado hacia el interrogante ante la irresolución de un asunto peliagudo, de demasiadas sombras, que se adentra con realidad insólita en mundos suburbanos, de perversiones chaperas y enfermedades venéreas.
Todo respira a indecoroso, a documental de investigación, a criminales que podría haber firmado Don Siegel junto a una versión sodomita de Tinto Brass. Sin embargo, es la mano firme del señor William Friedkin la que vuelve a endurecer la intriga, ya de por sí facilitada desde una argumentación opaca en la que Burns es como un péndulo que tan pronto oscila hacia un lado como hacia el otro.

Circulan por ahí versiones de distintos metrajes, con y sin censura, claro. Lo lógico es intentar hacerse con el contenido completo, por respeto, por clarividencia. Juega con nosotros como con la sexualidad indeterminada de Burns (grande Pacino), del que nunca sabremos a ciencia cierta hasta qué punto es absorbido por el trabajo asignado por su superior Edelson (Paul Sorvino) y los peligros y consecuencias sobre los que es advertido. Su vida personal con su novia Nancy (Karen Allen) termina siendo tan enigmática como la profesional.
Sin duda, una obra extraña con mucha dualidad que no deja nunca indiferente por muchos años que pasen por ella.
John Dunbar
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