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Voto de John Dunbar:
8
Thriller Madrid, agosto de 2007. Curro entra en prisión tras participar en el atraco a una joyería. Era el conductor, y el único detenido por el robo. Ocho años después sale de la cárcel con ganas de emprender una nueva vida junto a su novia Ana y su hijo, pero se encontrará con una situación inesperada y a un desconocido, José.
21 de mayo de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Era uno de los nombres más solicitados por sus trabajos como actor; a partir de ahora, habrá que tenerlo en cuenta también como director y guionista. Quiero empezar lo primero con una puntualización particular: Raúl Arévalo en su ópera prima termina en los créditos finales dando las gracias a todos los directores con los que ha trabajado por haberle enseñado tanto. Acto seguido, la memoria me llevó a establecer un curioso paralelismo entre lo que acababa de ver y ese agradecimiento final que pasará desapercibido para la inmensa mayoría. Sí, las comparaciones suelen ser odiosas, sin embargo, recuerdo a un tal Clint Eastwood en sus inicios tras la cámara haciendo algo parecido y dando las gracias a Don (por Don Siegel) y a Sergio (por Leone). No hace falta reseñar nada al respecto de quién es y dónde ha llegado el señor Eastwood en su faceta como director. El paralelismo me asalta no solo por el agradecimiento, también hay connotaciones entre 'Tarde para la ira' y algunas de las obras que Eastwood dirigió y/o protagonizó. Todos aquellos personajes que se toman la justicia por su mano, muy al estilo de la sorprendente venganza personal de Josey Wales, tienen más de lo que parece en común, salvando distancias, con José, el torturado personaje que interpreta el, también, muy demandado Antonio de la Torre.

El guion describe por delante y con mano firme a un hombre abatido que, como bien dice, no tiene nada que perder. Con mucha amargura de fondo, de la Torre se encarga de ponerle rostro inescrutable a un tipo que enmascara su vendetta personal, con frialdad y sin titubeos. Detrás, despacha a una serie de personajes variopintos. Su disposición la divide básicamente entre inocentes y culpables, aunque, de un modo u otro, todos perdedores. Tiene la curiosidad y el acierto de hacerte sentir la violencia casi tangible que irrumpe con rabia desde el interior de José, como pena por la desgracia que alberga a algunos de aquellos hacia los que emprender la tarde de ira. Incógnitas insospechadas con las que se guarda algún poderoso as en la manga y un plantel que esta excepcional, completan la naturaleza de un thriller hecho por un novato con maneras de veterano.
John Dunbar
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