A diferencia de su predecesora de 2011 cuya trama tenía algo más de enjundia (eso sí, adaptada de aquella de los setenta que protagonizara Charles Bronson), un chantaje emocional más bien poco coherente en esta resurrección, será el móvil que se limite a servirle en bandeja a Statham su buena dosis de lucimiento personal. La hazaña de turno por cumplir para recuperar a la chica (Jessica Alba) consiste en ir eliminando con sigilo a los enemigos del enemigo. Un plan urdido para matar dos pájaros de un tiro: suprimir a la competencia y aplacar la sed de venganza. Naturalmente, no será fácil ni exento de riesgo.
Cualquiera podría apostar sin demasiado temor a perder que han tardado más en discurrir las formas de dificultar el acceso y eliminación de los adversarios, que las de la elaboración de los diálogos. Como es una jugada segura de antemano, por esa misma razón nadie debería esperar más de lo necesario. Los fans que deseen ver a Statham haciendo lo mejor que sabe hacer y a Tommy Lee Jones asumiendo su particular momento revival como malo de cómic, estarán de enhorabuena. Se encontrarán con acción a raudales, mamporros por doquier y escenas imposibles que podrían haber sido protagonizadas por el mejor Ethan Hunt.