Año del Señor 1327. Una abadía benedictina es sumida en la incertidumbre. El temor, tras la espantosa y desconcertante muerte de uno de los monjes, a hallarse bajo los dominios del averno, sitúa a la abadía y sus moradores en días de amenazante desconfianza bajo el duro invierno. El Abad del monasterio se ve en la obligación de solicitar la ayuda de Guillermo de Baskerville, fraile franciscano y antiguo inquisidor, para que desentrañe el misterio que se cierne sobre el viejo monasterio.

La popular novela del mismo nombre de Umberto Eco, llevada al cine por Jean-Jacques Annaud, describiendo todo el relato contado desde el recuerdo de quien fuera el joven novicio Adso de Melk (Christian Slater), protegido de Guillermo (Sean Connery), quien narra sus diversas experiencias a su lado. Esa memoria del imberbe de Melk, fluye entre superstición y realidad, experiencia e ignorancia. Más que en cuestiones de fe, la razón de ser opta por el camino de la investigación terrenal, pura contradicción, una vez tenido en cuenta que el ejercicio de la misma, una cosa a medias de aprendices y maestros con aires detectivescos (se puede reconocer una ligera impronta de Arthur Conan Doyle) es puesta en práctica por aquellos que se encuentran inmersos en esa misma fe. Se juega con un acertado halo de misterio (el frío, la calma tensa...) que acompaña confabulaciones y dogmas por igual para desenmarañar el enigma.

Del misticismo devoto al pecado de la carne, de los chivos expiatorios a un 'la verdad os hará libres'; un relato cargado de oscurantismo medieval que encuentra una extraña y acertada combinación de estilos. Annaud consigue con ella una adaptación muy recomendable.