Siguiendo la estela de su archiconocida “Ted” (2012), MacFarlane se lleva su falta de sutileza al lejano oeste. Viniendo de donde viene en la televisión, no es de extrañar: lo parodia hasta el extremo buscando todo el rato el mismo humor soez y sin escrúpulos, sin ningún tipo de rubor. Lo mismo le da el sexo que la muerte para reírse. Bajo cánones argumentales del viejo western, todo se encuentra al mismo nivel para deleitar a quienes van a pagar una entrada en el siglo XXI. Bien por medio de la acción, bien por medio del diálogo, la cuestión es hacer mofa y convertir la ironía en la seña de identidad como ya hiciera en sus series de animación.
Quisiera poder decir que su humor lleno de mal gusto y hasta previsible termina por saciar. Pero tiene gracia. Lo grotesco, si se hace con gracia, termina por autodisculparse y ser autosuficiente. Supongo que dirimir entre utilizar ese humor zafio y lleno de chistes sexuales como un recurso fácil o utilizar ese cinismo continuado para ser una especie de abanderado de la ironía de trazo grueso, a veces resulta complicado. Con MacFarlane tienen cabida las dos cosas por igual. En lo que a mi respecta, de momento al menos, puede seguir por la misma senda.
Excelente reparto.