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Voto de John Dunbar:
4
Thriller. Terror Dos chicas jóvenes se presentan sin previo aviso en la casa de un hombre casado, dispuestas a seducirle y complicar su vida perfecta. Remake de "Death Game (Las sádicas), dirigida por Peter S. Traynor en 1977. (FILMAFFINITY)
18 de octubre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Noche y lluvia torrencial, tu familia se ha ido por unos días y estás solo en casa. Abres la puerta y te encuentras con dos bellezas mojadas y pidiendo auxilio. Una tentación ineludible para cualquier hombre en aras de la caballerosidad. De ahí a caer en el juego de la seducción es un paso pequeño y toda una invitación al pecado. Lo que depara a renglón seguido es el arte de la manipulación y el chantaje, amparado en pasados turbulentos y vengativos hacia el género masculino, vamos, androfobia de manual. Todo descrito con un aire muy chabacano, dejando poco espacio para la sorpresa y con dos protagonistas femeninas (Lorenza Izzo y Ana de Armas), muy guapas y sugerentes, sí, que turban la tranquila vida de Evan (un blandito Keanu Reeves) y la de cualquiera que se ponga por delante, pero con sus personajes se quieren poner al mismo nivel dos cosas que no necesariamente tienen por qué ir de la mano: la belleza, el morbo y la capacidad de seducción (y más siendo dos) ya la tienen, resulta incuestionable. La inteligencia demostrada con sus actos es otra cosa distinta. Desenvolverse con estilo, entre la coquetería de una mirada pícara, la sugerencia de unos andares y una frase para el recuerdo que dejen bobo hasta al más pintado, eso es territorio reservado para la caza mayor; para mujeres con hechuras de dama, no de niñata malcriada. La verdad, distando un abismo de Catherine Tramell o cualquier femme fatal del cine negro que haga valer con su clase ese título honorífico.
No es que Eli Roth no entienda el lenguaje de la sutileza, que también lo es por lo que ya ha dejado patente con el tiempo, es que su cine se basa en la exclusividad de lo obvio; tiene tendencia a abusar excesivamente de lo primario, apoyándose cuanto puede en la carnaza y eso no siempre le va a dar un resultado excusable.
John Dunbar
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