Los hermanos Sisters. Sin lugar a dudas, uno de los atractivos de la temporada es esta película dirigida por Jacques Audiard basada en la novela de Patrick deWitt. La bellísima banda sonora de Alexandre Desplat nos ayuda a trasladarnos desde la acción cinematográfica a la reflexión, desde la representación visual al significado simbólico que nos ofrece esta alegoría. La música prepara la intimidad del pensamiento alejándonos de los tiros y de las muertes de sujetos anónimos. Una alegoría sobre la ambición y su acompañante permanente, la violencia. Violencia que requiere de un dispositivo de trasmisión social para su expresión: las relaciones de dominio y obediencia en todas las instituciones vigentes desde la familia hasta el estado. La trama de la película desarrolla la tensión entre un discurso alienado que busca el poder a través de la obediencia a las reglas de violencia y su contrapartida ideal, una sociedad de base democrática y cooperativa. Apropiándonos de la reflexión de Burroughs sobre la pirámide del narcotráfico, en la que el único poder posible para su destrucción es la rebelión de su base formada por los adictos de calle ya que cualquier otro golpe en la parte superior de la cadena será sustituido por otra personas sin escrúpulos, con la ambición y su violencia derivada ocurre algo similar: entretanto que los peones se destruyen entre sí llevados por una ambición obediente y delirante de ser alguna vez la cabeza de la jerarquía, los sueños democráticos se destruyen bajo la ambición del oro. No pasan de la utopía como mecanismo de defensa del fracaso. Pesimismo total y sombrío sentido del humor nos deja esta magnífica cinta muy bien interpretada y dirigida que no defrauda al espectador.