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Voto de Francisco rodriguez fincas:
10
8,1
20.164
30 de noviembre de 2008
16 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
La realidad siempre supera a la ficción, y en este caso la historia se repite, es cierto, pero desde un ángulo mucho más despiadado al que otros directores hayan logrado acercarse.
Llevada a lo màs próximo de las relaciones personales, presenta a unas vidas en construcción totalmante indefensas ante su procesos de catarsis, en las que se ven envueltas.
Llenas de fuerza e ira interior, consiguen ser felices y evadirse de unas reglas del juego, que al final terminan por absorberlos y convertirlos en los perfectos parias sin un futuro que disfrutar, anclados en un presente corrosivo, donde familia e hijos incluidos acaban siendo eliminados.
Destilando melancolía y desgarro, aterra con escenas llenas de la inmundicia de la vida, y te desola con la increíble interpretación de Lee Remick, en su lenta caída a los infiernos.
Jack Lemmon, joder¡¡¡, te hace avergonzarte en su proceso ,y atención tú estas sentado en el sofá¡¡, mientras él cae en el patetismo más absoluto seña de su perdición, adicción y locura que dibujan la persona etílica que es.
Un drama maestro, con un final magistralmente gráfico y metafórico, sólo puede ser considerado excelente, y el culmen de las cintas de denuncia y retrato de las depedencias.
Antes de ver Requiém por un sueño o Trainspotting, disfruten de Días de vino y rosas, se lo pido por favor no caigan en mi error.
Un saludo
Llevada a lo màs próximo de las relaciones personales, presenta a unas vidas en construcción totalmante indefensas ante su procesos de catarsis, en las que se ven envueltas.
Llenas de fuerza e ira interior, consiguen ser felices y evadirse de unas reglas del juego, que al final terminan por absorberlos y convertirlos en los perfectos parias sin un futuro que disfrutar, anclados en un presente corrosivo, donde familia e hijos incluidos acaban siendo eliminados.
Destilando melancolía y desgarro, aterra con escenas llenas de la inmundicia de la vida, y te desola con la increíble interpretación de Lee Remick, en su lenta caída a los infiernos.
Jack Lemmon, joder¡¡¡, te hace avergonzarte en su proceso ,y atención tú estas sentado en el sofá¡¡, mientras él cae en el patetismo más absoluto seña de su perdición, adicción y locura que dibujan la persona etílica que es.
Un drama maestro, con un final magistralmente gráfico y metafórico, sólo puede ser considerado excelente, y el culmen de las cintas de denuncia y retrato de las depedencias.
Antes de ver Requiém por un sueño o Trainspotting, disfruten de Días de vino y rosas, se lo pido por favor no caigan en mi error.
Un saludo