No se puede negar que Wes Anderson es un director con estilo, te guste más o te guste menos, todas sus películas están impregnadas de una estética que a lo largo de los años ha ido definiendo cada vez más. En esta película estamos ante el summun estilístico del director, acompañado por un guión más que decente que no es más si no otra revisión del clásico Romeo y Julieta (tan explotado en el medio del cine). Anderson nos introduce de nuevo personajes sórdidos, con problemas de integración, con la novedad en este caso de tratarse de niños. Sin embargo, a pesar de tratarse de aparentes problemas de la infancia, la película es mucho más compleja. Pasión, envidia, sexo, lealtad...todos estos temas son reflejados con maestría por los pequeños protagonistas, dándonos la sensación en casi todo momento de encontrarnos ante adultos u adolescentes. El reparto está a la altura del guión, en especial Edward Norton y la dirección es notable, en la que encontramos elementos recurrentes que podemos identificar desde el principio de la película como las largos travellings situacionales. Una película más compleja de lo que aparenta ser, que en mi opinión puede gustar tanto a mayores como a pequeños, eso sí cuidado con estos últimos pues es posible que acaben tratando de emular las aventuras de los protagonistas.