Salgo del cine con un amargo sabor de boca, la guerra, la opresión, los ideales que separan familias, la muerte, no son plato de gusto para nadie, pero estan ahí.
Cada dia en el televisor veremos emotivos dramas personales como este de Ken Loach, porque da igual si uno es de Irlanda ó de Palestina, en la historia siempre ha habido y habrá, un pueblo opresor y otro oprimido, víctimas y verdugos, y personas que griten un ¡Basta ya!.
Loach se traslada a Irlanda pero con esta película no pretende solo exponer lo que paso alli ó dejar bien claras sus ideas sobre el conflicto, las cuales respeto dado que tengo bien claro quieren fueron alli los "malos" aunque algunos por ahí prefieran hacer oidos sordos a las verdades incómodas, Loach habla de mucho más, por un lado nos enseña lo mejor de la naturaleza humana: ser fiel a los ideales de cada uno, no quedarse de brazos cruzados, de "mojarse" para mejorar esa situación que nos asfixia.
Sin embargo y en la otra cara de la moneda, lo peor de la condición humana, la ambición, la mezquindad, el abuso de poder.
Al final, como siempre, el justo sale mal parado, ya que ninguno de los bandos quiere escuchar la verdad: La paz está en nuestras manos pero a ninguno nos rentabiliza lograrla.