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Voto de denebcito:
8
Drama Tres jóvenes, Jim Stark, Judy y Platón, coinciden en una comisaría. Cada uno está allí por un motivo distinto: Jim está borracho, Judy se ha escapado de su casa y Platón acababa de matar a tiros a unos cachorros. El inspector Ray descubre que los tres mantienen una relación conflictiva con sus familias. A Jim y a Judy los van a recoger sus padres, pero Platón, hijo de una pareja divorciada, tiene que conformarse con la visita de la ... [+]
31 de marzo de 2022
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo confieso: la he visto por primera vez a mis treinta y tantos, bien largos. Y haberlo hecho no hace sino dar más valor a aquello de «todo llega cuando debe llegar», cantina que, aunque parezca autorizar la condescendencia para con uno mismo, es una gran invitación a considerar en ese gran flujo inconsciente que nos lleva de uno a otro lado y del que es mejor ser consciente cuanto antes.

Precisamente esa es la mayor virtud de esta película: que habla de algo que no es evidente y que Ray tiene la sutileza de no evidenciar más que de soslayo. Pero un soslayo que invade todo el metraje y que, precisamente por ser insinuación, corre el riesgo de ser malinterpretado: incluso hoy en día hay gente (me consta) que ve la película y la considera una muestra, sin más pretensión, de la inconsciencia y la falta de vitalidad de la juventud (así, en general).

«Rebelde sin causa» es, para mí y ante todo, una radiografía de la sociedad norteamericana de los años cincuenta: una generación de postguerra que comienza a entender el concepto de «bienestar» y crea vastos subterfugios, proyecciones de su inseguridad, de extrarradio en los que mantener insensibles y bien cubiertos de algodones a una camada de seres humanos que se alimentan, día a día, de unos valores basados en una normatividad sin ensayo que bebe más de fantasía que de la realidad. Y, evidentemente, los jóvenes lo perciben y una vez sienten la necesidad del salto hacia la madurez, se encuentran con una nada absoluta que todo lo llena.

Interpretar a la juventud en sí misma, como muestra contingente de una época o unas costumbres veleidosas, es mostrar la incapacidad para retener una responsabilidad que existe como causa muchísimo más profunda y coherente que aquello de la mala fortuna («¡Qué hijo te ha salido! ¡Qué mala suerte!»). E interpretar «Rebelde sin causa» como variación moralista del «o tempora, o mores» es tan peligroso, y tan frecuente, que asusta.

Un gran descubrimiento. Que llegó cuando tenía que llegar.
denebcito
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