Cuando una serie aparece en el panorama televisivo con una media de 9 millones de espectadores de media en su primera temporada en el Reino Unido desde luego merece una oportunidad.

Una oportunidad que una vez pasados los primeros 40 minutos del primer capítulo es absolutamente merecida y recomendable. Broadchurch parte desde la comparación directa con una de las últimas grandes series de los últimos años, The Killing, pero ser incapaces de ver más allá puede producir un efecto adverso sobre la misma. Sí, es un clueco, es un baile de fichas pero es mucho menos agresiva, menos televisiva, más cinematográfica que la americana.

Entre lo más destacable de la propuesta la gran diferencia de métodos donde parten ambos protagonistas. Un Alec Hardy que se muestra frío, extraño, forastero y que parece ocultar algo, poco a poco irá aprendiendo maneras, formas y todo el ritual que supone atacar un caso como este en una pequeña población gracias a Ellie Miller. Justo el camino opuesto recorrerá ella, que aprenderá a no confiar en exceso en nadie aunque sean sus vecinos, en el punto medio todo se vendrá abajo.