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Drama
Harry (Jared Leto) y su madre (Ellen Burstyn) tienen sueños muy distintos: ella está permanentemente a dieta esperando el día en que pueda participar en su concurso televisivo preferido; la ambición de Harry y su novia Marion (Jennifer Connelly) es hacerse ricos vendiendo droga y utilizar las ganancias para abrir un negocio propio, pero nunca tienen el dinero suficiente para ello. A pesar de todo, Harry y Marion no se resignan y harán ... [+]
4 de enero de 2008
65 de 127 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una monitora de campamento nos contaba historias de miedo a la luz del fuego en el monte Urbasa.
Cuando se percató de que a su grupillo de boy-scouts lo que le llamaba la atención era su escote y no sus palabras, comenzó a adornar sus historias con verborrea, gesticulación y exclamaciones.
No sabía impresionar con narración sencilla.
Un montaje epiléptico, golpes de sonido, efectos de luz, imágenes desagradables, cámara rápida, cámara lenta y planos pretenciosos, entre otros efectismos, conforman la orla con la que el señor Aronofsky ornamenta esta historia para conseguir impactar.
Ellen Burstyn y la música. Lo demás, basura.
Pero lo que realmente nos debe preocupar es el enorme número de órganos perceptores engañados por esta distorsión visual que puebla los jurados de los festivales de renombre desde hace ya algunos años. Podían marcar tendencia. Y así fue.
Dios nos pille confesados.
Cuando se percató de que a su grupillo de boy-scouts lo que le llamaba la atención era su escote y no sus palabras, comenzó a adornar sus historias con verborrea, gesticulación y exclamaciones.
No sabía impresionar con narración sencilla.
Un montaje epiléptico, golpes de sonido, efectos de luz, imágenes desagradables, cámara rápida, cámara lenta y planos pretenciosos, entre otros efectismos, conforman la orla con la que el señor Aronofsky ornamenta esta historia para conseguir impactar.
Ellen Burstyn y la música. Lo demás, basura.
Pero lo que realmente nos debe preocupar es el enorme número de órganos perceptores engañados por esta distorsión visual que puebla los jurados de los festivales de renombre desde hace ya algunos años. Podían marcar tendencia. Y así fue.
Dios nos pille confesados.