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Voto de Sines Crúpulos:
6
Drama Londres, 1964. El nacimiento de dos sectas juveniles rivales (los "mods" y los "rockers") tiene consecuencias devastadoras. Para Jimmy y sus compinches, una pandilla bien trajeada, adicta a las pastillas y siempre a lomos de sus scooters, ser un mod es una forma de vida, es pertenecer a su generación. La cuadrilla de Jimmy se va a Brighton, dispuesta a vivir una salvaje aventura de drogas, emociones y batallas campales contra los rockers. (FILMAFFINITY) [+]
23 de abril de 2008
69 de 96 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si a comienzos de los ochenta eras un adolescente y conducías una vespa primavera embutido en una parca verde, tal vez estuviste allí aquella tarde.

Algunos mods ingleses pueden decir, y lo dicen, "yo estuve en Brighton".
Bueno, muy bien, aquí algunos mods madrileños pueden decir "yo estuve en el Covacha".
Yo no estuve ahí, pero el hermano mayor de la novia del primo de un colega, sí. Y es una fuente bien fiable.

En las inmediaciones de la avenida de Alfonso XIII, en Madrid, haciendo casi esquina con López de Hoyos, esa calle que aparece y desaparece como el Guadiana, se hallaba el mayor templo jamás construido para el cine y el rock.

El cine Covadonga se erigía en los límites fronterizos del barrio de Prosperidad.
El combo palomitas-coca cola, en aquella época consistía en litrona y piedra de costo, y a veces resultaba difícil ver el lucir de la pantalla tras la cortina de humo.
Las sesiones triples de películas rock se vivían como actuaciones en vivo, y a veces resultaba difícil sentir los altavoces vibrar bajo el jaleo general.

"We are the mods, we are the mods, we are the we are the we are the mods..."

Pues este saloon de punkies, heavies, mods o teddy boys fue en un tiempo filmoteca nacional. Tenía dos alturas, y sus sesiones triples fueron antológicas.
Lo mismo te podías tragar tres seguidas de bichos como Tiburón, Piraña y Cuando ruge la marabunta, que meterte de una sentada vietnamita El cazador, Más allá del valor y Apocalipse Now.

Entonces llegó el día en que algún bombero del Covacha tuvo la brillante idea de programar la siguiente sesión vespertina:
Sid y Nancy
Quadrophenia
Una de Elvis

Dicen las buenas lenguas que un mod emuló a Jimmy (el protagonista del filme que nos ocupa) y saltó desde el anfiteatro haciendo el águila, como en el chiste de Faemino y Cansado.

Las malas lenguas, y dice el hermano mayor de la novia del primo de mi colega que son las que dicen la verdad, cuentan que lo que voló desde el anfiteatro en picado contra el patio de butacas fue un rocker.

La Prospe resiste. De hecho, aún hoy se puede oler el cannabis es sus bares.
La Prospe, barrio sin ley. Eso fue. Más que Hortaleza, donde los porros y las cervezas.
Pero el cine Covadonga sucumbió a la idea del bombero aquel, y terminó sus días en llamas.

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En el corazón de la Prospe pueden disfrutar de un agradable cubata al son de los Who, mientras contemplan los carteles que en su día anunciaban aquellas magníficas sesiones triples que algunos pudimos disfrutar en ese mito, esa leyenda, ese templo del cine rockanrolero que fue el Covacha.
Visite nuestro bar. (V.O)

Y de la peli, qué decir, pues que escuchar a los Who, ver a Sting en plan chuleta antes y de chico campana después, o un nota ducharse con los vaqueros y comer anfetas a puñaos, siempre mola, por lo menos.

En el espoliadero, para quien interese, narro una anécdota personal.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sines Crúpulos
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