Hay quien dice que no hay un ápice de verosimilitud en el guión de Nightcrawler. Sin embargo, la historia atrapa e impacta. Jake Gyllenhaal ofrece aquí la mejor interpretación de su carrera, y su personaje causa auténticos escalofríos. Cine con mayúsculas que nos lleva arriba y abajo a su antojo y que, ante todo, invita al debate y funciona como sátira sangrante de la crisis de valores que vive la cultura occidental en nuestros días. Su amoralidad me ha recordado a ratos a "El video de Benny", de Haneke.