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Voto de charliewoodhead:
4
2017
Brian Yorkey (Creador), Tom McCarthy ...
6,7
23.842
Serie de TV. Drama. Intriga
Serie de TV (2017-2020). 4 temporadas. 49 episodios. El adolescente Clay Jensen (Dylan Minnette) vuelve un día a casa después del colegio y encuentra una misteriosa caja con su nombre. Dentro descubre una cinta grabada por Hannah Baker (Katherine Langford), una compañera de clase por la que sentía algo especial y que se suicidó tan solo dos semanas atrás. En la cinta, Hannah cuenta que hay trece razones por las que ha decidido quitarse ... [+]
18 de abril de 2017
169 de 257 usuarios han encontrado esta crítica útil
Netflix ha vuelto a sacarse de la chistera una serie que está en boca de todo el mundo y a la que le llueven dieces en IMDb. Con tanto entusiasmo, se ha sepultado cierto escepticismo que comenzaba con su tráiler, que decía hablarnos del suicidio de una adolescente mientras mostraba a una maestra de la intriga mejor que Saw, que había montado una partida de Cluedo de ensueño para todo su instituto. Igual es un tratamiento demasiado frívolo para este tema, aunque no hay que adelantar acontecimientos, menos sin probar nada. Quizás se pueda obtener alguna reflexión por el camino.
13 reasons why ofrece múltiples escenas para sacudir al espectador. Y no me refiero a aquellas escenas más desagradables y morbosas, sino a las que muestran hechos mundanos y actitudes normalizadas. Momentos que impactan, son terriblemente desgarradores y lo peor es que están a la orden del día. Sin duda es loable que productos destinados a público amplísimo apuesten por una denuncia de estas características, que además ofrecen enfoques más realistas, en lugar de las historias de fantasía y ciencia ficción con crítica social habituales en el mercado televisivo. Queda a decisión del espectador trasladar su empatía más allá de la ficción filmada
.
PERO
No es necesario introducir el debate sobre la facilidad de empatizar con personalidades y problemas ficticios, sobre cómo las denuncias sociales en el cine u otros medios actúan como placebos para nuestra conciencia. 13 Reasons Why ya se encarga de desmontarse por sí misma, frivolizando de diversas maneras la temática que aborda. El pretexto que utiliza no debería ser un reclamo para ganar espectadores, sino una responsabilidad que exige una historia cuidada y verdaderamente sensible.
Los problemas surgen desde su planteamiento. Por desgracia el tráiler no erraba en su descripción de la serie: antes de suicidarse, Hannah Baker graba en 13 cintas de casete las razones de su trágica decisión, aludiendo cada una a personas de su entorno social en el instituto. Las cintas pasan por estos personajes hasta que llega el turno de Clay Jensen, el undécimo de la lista, momento en el que comienza la narrativa de 13 Reasons Why. El guion ofrece dos líneas temporales: el presente, tras el suicidio de Hannah, donde nos ponemos en la piel de Clay tratando de descubrir la verdad. Y el pasado, donde asistimos a flashbacks protagonizados por Hannah que ilustran todo el acoso que sufrió durante el año. Es decir, el personaje con el que debemos empatizar, que muestra la denuncia y crítica social, no es el protagonista absoluto de la serie.
Bien es cierto que la línea temporal del presente puede servir para ver al variado elenco de personajes encarar las consecuencias de sus actos, lo cual es una idea muy interesante. Sin embargo, estos actos suponen la intriga de la serie, dando lugar a cliffhangers. De este modo, las conversaciones de Clay con las personas responsables de acosar a Hannah, no derivan en reflexiones o sentimientos de culpabilidad. Los diálogos se reducen a “cuando llegues a X cinta ya descubrirás esto o lo otro”. El gran inconveniente de esta línea temporal es que no puede avanzar o aportar escenas de interés hasta que no se descubran los sucesos más importantes del pasado de Hannah. Y por supuesto, dichos eventos cruciales no llegan hasta la recta final de la serie. Tenemos entonces muchísimo relleno en su primera mitad, con el protagonista (Clay) robando muchísimo tiempo de cámara para adoptar un rol contemplativo, sin intervenir en la historia. Y escenas que se repiten hasta la saciedad:
-La chupipandi de acosadores que ya ha escuchado las cintas, amenazando a Clay para que no se vaya de la lengua y asegurando que Hannah mentía
-Tony advirtiendo a Clay, vigilándole para que no se deje llevar por la chupipandi
-Los padres de Hannah desesperados porque no hay pruebas ni indicios que expliquen el suicidio de su Hannah
-Los padres de Clay diciendo que no llegue tarde a casa y preguntándole si está tramando algo, en base a su actitud sospechosa
En series como Breaking Bad o Mad Men defiendo la repetición, ayuda a introducirnos en la cotidianeidad de los personajes, a conocerlos mejor sin necesidad de forzar conflictos o situaciones extravagantes. Puede haber capítulos donde “no pase nada”, pero son capaces de decirte mucho sobre un personaje, ayudan a construir el trasfondo de la serie. No ocurre lo mismo en 13 Reasons Why, donde la repetición tiene como objeto llegar al cupo de los 50 minutos, sin que estas escenas aporten o subrayen ideas.
Y siendo una serie que lanza todos sus episodios de golpe, que se ve a través de internet, no está racionada en semanas y no tiene que cubrir un espacio televisivo concreto, ¿por qué anclarse a convenciones propias de la caja tonta? ¿Por qué no aprovechar internet como un formato distinto? Menos capítulos, menor duración, duraciones irregulares, etc. La pena es que esta actitud tan conservadora está muy relacionada con los diversos problemas de la serie, como la repetición (relleno) innecesaria, la inclusión de subtramas o los capítulos dedicados a personajes que no dan para 50 minutazos.
Los errores de base no terminan ahí: tener a Clay de protagonista implica el tropo de “the chosen one”. ¿Y qué necesidad había? Se suicida una menor de edad por acoso escolar y machista, pero hay que centrar la historia en EL ELEGIDO, el que descubre la verdad, abre los ojos a todo el mundo y hace justicia. El héroe estaba enamorado de aquella chica, por eso el presente (sin ella) adquiere un tono frío, mientras que el pasado está lleno de colores alegres, con una fotografía muy cálida. Todo correcto, de no ser porque en esos flashbacks coloridos, radiantes de felicidad, ESTABAN MALTRATANDO A UNA PERSONA.
(Continuo en spoiler por falta de espacio, no hay destripes)
13 reasons why ofrece múltiples escenas para sacudir al espectador. Y no me refiero a aquellas escenas más desagradables y morbosas, sino a las que muestran hechos mundanos y actitudes normalizadas. Momentos que impactan, son terriblemente desgarradores y lo peor es que están a la orden del día. Sin duda es loable que productos destinados a público amplísimo apuesten por una denuncia de estas características, que además ofrecen enfoques más realistas, en lugar de las historias de fantasía y ciencia ficción con crítica social habituales en el mercado televisivo. Queda a decisión del espectador trasladar su empatía más allá de la ficción filmada
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PERO
No es necesario introducir el debate sobre la facilidad de empatizar con personalidades y problemas ficticios, sobre cómo las denuncias sociales en el cine u otros medios actúan como placebos para nuestra conciencia. 13 Reasons Why ya se encarga de desmontarse por sí misma, frivolizando de diversas maneras la temática que aborda. El pretexto que utiliza no debería ser un reclamo para ganar espectadores, sino una responsabilidad que exige una historia cuidada y verdaderamente sensible.
Los problemas surgen desde su planteamiento. Por desgracia el tráiler no erraba en su descripción de la serie: antes de suicidarse, Hannah Baker graba en 13 cintas de casete las razones de su trágica decisión, aludiendo cada una a personas de su entorno social en el instituto. Las cintas pasan por estos personajes hasta que llega el turno de Clay Jensen, el undécimo de la lista, momento en el que comienza la narrativa de 13 Reasons Why. El guion ofrece dos líneas temporales: el presente, tras el suicidio de Hannah, donde nos ponemos en la piel de Clay tratando de descubrir la verdad. Y el pasado, donde asistimos a flashbacks protagonizados por Hannah que ilustran todo el acoso que sufrió durante el año. Es decir, el personaje con el que debemos empatizar, que muestra la denuncia y crítica social, no es el protagonista absoluto de la serie.
Bien es cierto que la línea temporal del presente puede servir para ver al variado elenco de personajes encarar las consecuencias de sus actos, lo cual es una idea muy interesante. Sin embargo, estos actos suponen la intriga de la serie, dando lugar a cliffhangers. De este modo, las conversaciones de Clay con las personas responsables de acosar a Hannah, no derivan en reflexiones o sentimientos de culpabilidad. Los diálogos se reducen a “cuando llegues a X cinta ya descubrirás esto o lo otro”. El gran inconveniente de esta línea temporal es que no puede avanzar o aportar escenas de interés hasta que no se descubran los sucesos más importantes del pasado de Hannah. Y por supuesto, dichos eventos cruciales no llegan hasta la recta final de la serie. Tenemos entonces muchísimo relleno en su primera mitad, con el protagonista (Clay) robando muchísimo tiempo de cámara para adoptar un rol contemplativo, sin intervenir en la historia. Y escenas que se repiten hasta la saciedad:
-La chupipandi de acosadores que ya ha escuchado las cintas, amenazando a Clay para que no se vaya de la lengua y asegurando que Hannah mentía
-Tony advirtiendo a Clay, vigilándole para que no se deje llevar por la chupipandi
-Los padres de Hannah desesperados porque no hay pruebas ni indicios que expliquen el suicidio de su Hannah
-Los padres de Clay diciendo que no llegue tarde a casa y preguntándole si está tramando algo, en base a su actitud sospechosa
En series como Breaking Bad o Mad Men defiendo la repetición, ayuda a introducirnos en la cotidianeidad de los personajes, a conocerlos mejor sin necesidad de forzar conflictos o situaciones extravagantes. Puede haber capítulos donde “no pase nada”, pero son capaces de decirte mucho sobre un personaje, ayudan a construir el trasfondo de la serie. No ocurre lo mismo en 13 Reasons Why, donde la repetición tiene como objeto llegar al cupo de los 50 minutos, sin que estas escenas aporten o subrayen ideas.
Y siendo una serie que lanza todos sus episodios de golpe, que se ve a través de internet, no está racionada en semanas y no tiene que cubrir un espacio televisivo concreto, ¿por qué anclarse a convenciones propias de la caja tonta? ¿Por qué no aprovechar internet como un formato distinto? Menos capítulos, menor duración, duraciones irregulares, etc. La pena es que esta actitud tan conservadora está muy relacionada con los diversos problemas de la serie, como la repetición (relleno) innecesaria, la inclusión de subtramas o los capítulos dedicados a personajes que no dan para 50 minutazos.
Los errores de base no terminan ahí: tener a Clay de protagonista implica el tropo de “the chosen one”. ¿Y qué necesidad había? Se suicida una menor de edad por acoso escolar y machista, pero hay que centrar la historia en EL ELEGIDO, el que descubre la verdad, abre los ojos a todo el mundo y hace justicia. El héroe estaba enamorado de aquella chica, por eso el presente (sin ella) adquiere un tono frío, mientras que el pasado está lleno de colores alegres, con una fotografía muy cálida. Todo correcto, de no ser porque en esos flashbacks coloridos, radiantes de felicidad, ESTABAN MALTRATANDO A UNA PERSONA.
(Continuo en spoiler por falta de espacio, no hay destripes)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Uno de los aciertos de la serie es huir de los arquetipos del bullying, en lo que se refiere a personajes. No se habla de un grupo de matones y ni siquiera se recurre a la típica figura del cabecilla de una chupipandi que sea el gran responsable de todo. En su lugar, tenemos a personas muy diversas, con diferentes grados de relación hacia Hannah y que no están compinchados entre sí. Es aquí donde se encuentra un discurso tan interesante como aterrador: todos (hasta el más bienintencionado) podemos ser acosadores. La sociedad no ese ente abstracto y lejano para criticar tranquilamente, pues somos cómplices. El bullying o el machismo no suceden a distancia, relegándose a casos extremos perpetuados por dementes. Están en nuestra normalidad. Por eso cuesta tanto encajar la figura del héroe abriéndose el camino y resolviendo problemas, añadiendo una tragedia romántica.
La banda sonora es otro pilar donde no han terminado de acertar. La canción principal, protagonista del tráiler y de uno de los mejores momentos de la serie, destaca por encajar a la perfección con la escena y con el tono requería en ese instante la historia. Mejor aún: la serie se APROPIA de la canción. Conseguirlo es vital, sinónimo del buen uso de la música extradiegética. De lo contrario, ocurre el efecto tan negativo que provoca el resto de la banda sonora. Sonidos que no conectan con las imágenes, que sabemos que vienen de fuera y parecen propios de vídeos montados por fans. Cuando escucho la BSO de 13RW, no escucho su historia, sino una playlist cualquiera que hice en un día cualquiera. Hay canciones que me cuesta creer que decidiesen incluirlas. Otras, son tan famosas, que descartaron de entrada la oportunidad de crear una ambientación propia.
Entre imágenes coloridas, canciones guays y narrativas distantes que desplazan a Hannah, no hay agobio. Es una historia que debería revolverme el estómago. Después de Lucía (Michel Franco, 2012) puede que no sea la mejor película de la década, pero ofrecía una óptica mucho más interesante para hablarnos del acoso escolar. Su dirección estaba fuertemente influenciada por Haneke, con planos generales de cierta duración que resultan incómodos y muestran con crudeza el maltrato que sufre la protagonista. Es un estilo seco, que no da respiro, bien contrario a lo que ofrece 13RW. En la serie hasta encontramos una amable voz en off, sobre explicando absolutamente todo, como si las imágenes y los eventos no fuesen suficientes para saber que Hannah está sufriendo y deseando que todo acabe. La historia pide a gritos un drama psicológico opresivo, agotador, ilustrando la soledad de la protagonista, sensaciones que solo se observan en instantes muy puntuales.
Podéis pensar que estoy siendo destructivo o quejándome por vicio. Estos defectos los señalo no porque la conviertan en una mala serie o historia, sino porque contribuyen a frivolizar su temática. Esto no es una novela de Agatha Christie o la enésima ficción plagada de cliffhangers con personajes carismáticos. Sin entrar en destripes, el final fuerza una apología del romanticismo totalmente fuera de lugar, que ayuda a la mencionada trivialidad. Hay hasta clubs de fans que se dedican a hacer memes de la serie. Quizás su trasfondo es un tema más serio que no merece ser minimizado, como si fuese parte de un lore. Que esto no es Harry Potter.
Es una historia que podría avergonzarnos, hacernos sentir cómplices. Darnos un puñetazo en el estómago y que ni nos atrevamos a decir lo maravillosa que es en twitter. Pero el público manda, capítulos que enganchan, ficción fácil de digerir, entretenimiento a tope y los accionistas de Netflix dando palmas con las orejas. No pasa nada, que no se ha muerto nadie, Hannah era un personaje inventado.
La banda sonora es otro pilar donde no han terminado de acertar. La canción principal, protagonista del tráiler y de uno de los mejores momentos de la serie, destaca por encajar a la perfección con la escena y con el tono requería en ese instante la historia. Mejor aún: la serie se APROPIA de la canción. Conseguirlo es vital, sinónimo del buen uso de la música extradiegética. De lo contrario, ocurre el efecto tan negativo que provoca el resto de la banda sonora. Sonidos que no conectan con las imágenes, que sabemos que vienen de fuera y parecen propios de vídeos montados por fans. Cuando escucho la BSO de 13RW, no escucho su historia, sino una playlist cualquiera que hice en un día cualquiera. Hay canciones que me cuesta creer que decidiesen incluirlas. Otras, son tan famosas, que descartaron de entrada la oportunidad de crear una ambientación propia.
Entre imágenes coloridas, canciones guays y narrativas distantes que desplazan a Hannah, no hay agobio. Es una historia que debería revolverme el estómago. Después de Lucía (Michel Franco, 2012) puede que no sea la mejor película de la década, pero ofrecía una óptica mucho más interesante para hablarnos del acoso escolar. Su dirección estaba fuertemente influenciada por Haneke, con planos generales de cierta duración que resultan incómodos y muestran con crudeza el maltrato que sufre la protagonista. Es un estilo seco, que no da respiro, bien contrario a lo que ofrece 13RW. En la serie hasta encontramos una amable voz en off, sobre explicando absolutamente todo, como si las imágenes y los eventos no fuesen suficientes para saber que Hannah está sufriendo y deseando que todo acabe. La historia pide a gritos un drama psicológico opresivo, agotador, ilustrando la soledad de la protagonista, sensaciones que solo se observan en instantes muy puntuales.
Podéis pensar que estoy siendo destructivo o quejándome por vicio. Estos defectos los señalo no porque la conviertan en una mala serie o historia, sino porque contribuyen a frivolizar su temática. Esto no es una novela de Agatha Christie o la enésima ficción plagada de cliffhangers con personajes carismáticos. Sin entrar en destripes, el final fuerza una apología del romanticismo totalmente fuera de lugar, que ayuda a la mencionada trivialidad. Hay hasta clubs de fans que se dedican a hacer memes de la serie. Quizás su trasfondo es un tema más serio que no merece ser minimizado, como si fuese parte de un lore. Que esto no es Harry Potter.
Es una historia que podría avergonzarnos, hacernos sentir cómplices. Darnos un puñetazo en el estómago y que ni nos atrevamos a decir lo maravillosa que es en twitter. Pero el público manda, capítulos que enganchan, ficción fácil de digerir, entretenimiento a tope y los accionistas de Netflix dando palmas con las orejas. No pasa nada, que no se ha muerto nadie, Hannah era un personaje inventado.