Magnífica, majestuosa y maravillosa.

Y es que esta película es especial, y por algo es una de las mejores de la historia. Sin duda imprescindible para los amantes del buen cine.

Un Al Pacino estelar, nos deleita con cada minuto de actuación con un halo propio, deslumbrando todo lo que aparece a su alrededor, es perfecto, y eso que tres cuartas partes de la película son suyas, pero lo borda.

Y no sólo la interpretación, porque al ver la película en V.O. (cosa que recomiendo hacer, ya que el doblaje al español pierde mucha calidad) es cuando realmente la magnitud de la calidad de la cinta sale a relucir. La exactitud y perfección con la que caracteriza a un latino, nos hacen dudar si realmente Al no fue cubano en su vida anterior, porque esa forma de hablar en inglés pero con acento latino, incluso introduciendo términos latinos es sublime.

Un Al Pacino que se convierte en un Cubano recién llegado a Miami, y que irá subiendo poco a poco, o mucho a mucho, hasta llegar a convertirse en el dueño de la ciudad, y sin importar qué o quién se ponga por medio.

Acompañado de no menos buenos intérpretes e interpretaciones como son las de Michelle Pfeiffer, perfecta en su papel de Diosa, o Steven Bauer, que lo hace genial, acompañados de otras magníficas intervenciones como Mary Elizabeth Mastrantonio o F. Murray Abraham, nos llevan en volandas hasta un final casi esperado, pero que culmina una obra maestra del cine.

Y lo mejor de todo, es que, como es en mi caso y supongo que en el de muchos otros que tengan mi edad, nos ha recordado a aquellos buenos ratos que pasamos con el gran GTA Vice City, y nos metemos en la piel de Al Pacino encarnando a un Tony Montana espectacular.

Una más que no puede faltar. Un 10.