Media votos
5,8
Votos
356
Críticas
31
Listas
0
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de PETER COHELET:
8
4 de abril de 2011
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cielo oscuro, casi negro, el suelo nevado, dos guerreras cara a cara, tranquilas, dispuestas a luchar y preparadas para morir. Ya no hay prisas. Silencio sólo roto por una clepsidra que marca indiferente el paso del tiempo. Es trágico e inevitable. Es perfecto.
En el pasado, por mi trabajo, cuando a los ojos del mundo trabajaba, tuve oportunidad de ver, entre otras cosas, muchos muertos y personas a punto de morir. Supongo que el Sr. Tarantino sólo los ha visto en películas y telediarios, que viene a ser lo mismo, y aún no se ha cansado. Confieso que yo sí. Por eso, a pesar de la magnífica escena que nos regala “Kill Bill: vol. 1” no apruebo la película.
La violencia gratuita y por doquier, el sufrimiento absurdo y la muerte sin sentido, al menos para el hombre, me parece algo digno de Dios, esto es, de muy mal gusto.
No es el caso de “Kill Bill: vol. 2”. Tarantino sigue mostrando su fascinación desmedida por la sangre y sigue jugando a ser dios, pero algo muy importante ha cambiado: ahora es un dios de corazón humano.
Para mí, ése debería ser el objetivo de todo artista que de verdad lo sea: en medio de una Creación absurda a los ojos del hombre, crear otro mundo que sí tenga sentido.
Y creo que Tarantino lo consigue.
_____
- ¿Qué tal estoy?
- Estás preparado.
En el pasado, por mi trabajo, cuando a los ojos del mundo trabajaba, tuve oportunidad de ver, entre otras cosas, muchos muertos y personas a punto de morir. Supongo que el Sr. Tarantino sólo los ha visto en películas y telediarios, que viene a ser lo mismo, y aún no se ha cansado. Confieso que yo sí. Por eso, a pesar de la magnífica escena que nos regala “Kill Bill: vol. 1” no apruebo la película.
La violencia gratuita y por doquier, el sufrimiento absurdo y la muerte sin sentido, al menos para el hombre, me parece algo digno de Dios, esto es, de muy mal gusto.
No es el caso de “Kill Bill: vol. 2”. Tarantino sigue mostrando su fascinación desmedida por la sangre y sigue jugando a ser dios, pero algo muy importante ha cambiado: ahora es un dios de corazón humano.
Para mí, ése debería ser el objetivo de todo artista que de verdad lo sea: en medio de una Creación absurda a los ojos del hombre, crear otro mundo que sí tenga sentido.
Y creo que Tarantino lo consigue.
_____
- ¿Qué tal estoy?
- Estás preparado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
En Bilbao, a… de… de…
Estimado Sr. Carradine:
Mi nombre es Peter Cohélet y debo decirle que no soy una persona partidaria de criticar las películas por escenas concretas o momentos puntuales, y mucho menos de hacerlo desde la visceralidad.
Considero que para escribir una crítica que merezca la pena es necesario coger cierta perspectiva y, con sensatez y prudencia, analizar en su conjunto la cuestión.
Sin embargo, Sr. Carradine, me dispongo a hacer una excepción. Permítame, antes de nada, que le tutee. Usted, por su parte, puede llamarme Peter.
Verás, David, no hace falta tener muchos conocimientos en medicina forense para saber que alguien que sufre una asistolia o una arritmia cardíaca cae al suelo fulminado. Ful-mi-na-do. Y fulminado, David, quiere decir SIN MIEDO A HACERSE DAÑO.
No entiendo, no logro entender, cómo ese en teoría tan gran director y gran esteta de Quentin no te pidió como amigo, te suplicó como hermano, te ordenó como padre o, en último término, te obligó como un psicópata asesino a caer como un fardo y dar realismo a una escena que podría haber estado entre las mejores jamás rodadas, que podría haber sido absolutamente sublime y que, por tu culpa, se queda en “excelente” a secas.
Mierda, David, ya sé que podrías haberte lesionado. Podrías haberte roto un diente o incluso abrirte la cabeza. ¿Y qué? Para eso están los médicos y los dentistas. Tú eras actor, no me jodas, y tenías ante ti la mejor escena de tu vida. Era tu deber, maldita sea.
Cuando jugaba de pequeño en los escolapios a pistoleros, te juro que sabíamos caer mucho mejor. Supongo que después de aquello tomarías lecciones de cómo hay que morir y, no quiero parecer cínico, pero a juzgar por los resultados se ve que has aprendido.
En fin, más vale tarde que nunca. Atentamente;
Peter.
P.D. Si te dejan entrar, cosa que dudo, en Cinema Paradiso, hazte amigo de Richard Farnsworth; ése sí que supo vivir y morir, tanto en el cine como en la vida.
P.P.D. No se puede escribir, dirigir y montar una peli en seis putos días, porque sale lo que sale. Una chapuza. Y encima cruel. Díselo a Dios de mi parte.
Estimado Sr. Carradine:
Mi nombre es Peter Cohélet y debo decirle que no soy una persona partidaria de criticar las películas por escenas concretas o momentos puntuales, y mucho menos de hacerlo desde la visceralidad.
Considero que para escribir una crítica que merezca la pena es necesario coger cierta perspectiva y, con sensatez y prudencia, analizar en su conjunto la cuestión.
Sin embargo, Sr. Carradine, me dispongo a hacer una excepción. Permítame, antes de nada, que le tutee. Usted, por su parte, puede llamarme Peter.
Verás, David, no hace falta tener muchos conocimientos en medicina forense para saber que alguien que sufre una asistolia o una arritmia cardíaca cae al suelo fulminado. Ful-mi-na-do. Y fulminado, David, quiere decir SIN MIEDO A HACERSE DAÑO.
No entiendo, no logro entender, cómo ese en teoría tan gran director y gran esteta de Quentin no te pidió como amigo, te suplicó como hermano, te ordenó como padre o, en último término, te obligó como un psicópata asesino a caer como un fardo y dar realismo a una escena que podría haber estado entre las mejores jamás rodadas, que podría haber sido absolutamente sublime y que, por tu culpa, se queda en “excelente” a secas.
Mierda, David, ya sé que podrías haberte lesionado. Podrías haberte roto un diente o incluso abrirte la cabeza. ¿Y qué? Para eso están los médicos y los dentistas. Tú eras actor, no me jodas, y tenías ante ti la mejor escena de tu vida. Era tu deber, maldita sea.
Cuando jugaba de pequeño en los escolapios a pistoleros, te juro que sabíamos caer mucho mejor. Supongo que después de aquello tomarías lecciones de cómo hay que morir y, no quiero parecer cínico, pero a juzgar por los resultados se ve que has aprendido.
En fin, más vale tarde que nunca. Atentamente;
Peter.
P.D. Si te dejan entrar, cosa que dudo, en Cinema Paradiso, hazte amigo de Richard Farnsworth; ése sí que supo vivir y morir, tanto en el cine como en la vida.
P.P.D. No se puede escribir, dirigir y montar una peli en seis putos días, porque sale lo que sale. Una chapuza. Y encima cruel. Díselo a Dios de mi parte.