"la satira del sueño americano que no lo era tanto"
Título parecido al mío pero no igual.

Muchos han visto en esta ácida tragicomedia estadounidense que aborda las miserias de una aparentemente familia feliz, la clara sátira del sueño americano condenado a pesadilla debido a su materialismo y doble moral.

La puesta en escena, el ritmo y las interpretaciones (especialmente, y como casi siempre, la de Kevin Spacey) son excelentes. Si a esto le sumamos un guión inteligente y trabajado, lleno de ironía y ambigüedad obtenemos una película muy atractiva que se ve con satisfacción y agrado.

Pero hay un problema: la película tiene mensaje, y el mensaje tiene trampa.

Todo parece ser (y así comienza) una demoledora crítica a un sistema podrido cuya doble moral huele muy mal y conduce a la infelicidad, pero, a medida que van pasando los minutos, el espectador se encuentra ante la mayúscula sorpresa de que, incluso en las situaciones más sórdidas, hay un algo indescriptible que de forma subrepticia va dando sentido a todo lo que ocurre para terminar concluyendo veladamente que el modo de vida americano (estadounidense) no sólo no es malo, sino que es el mejor de todos pues supera incluso la prueba de mostrar lo que se supone que es lo peor de sí mismo. Lo que en apariencia se presenta, y muchos así interpretan, como un demoledor puñetazo a un modo de vida en descomposición, son en realidad unos cariñosos azotes a un sistema al que, guiándose por la película, uno, en el fondo, estaría contento de pertenecer.