Woody Allen es un genio del diálogo, un maestro de la sátira sutil y un conocedor de las más importantes facetas del ser humano. Es mordaz, pero sensible al mismo tiempo. Es capaz de dirigir un casi thriller como Match Point, hasta un viaje por la nostalgia de épocas pasadas en Midnight in Paris, con una delicadeza y cariño admirable, por solo mencionar dos de sus películas relativamente recientes.
En esta película también relata el viaje del hombre pesimista, que cree que la vida ya le ha ofrecido todo lo que tenía, y el tiempo que le queda solo es tiempo vacío. Un hombre que se reafirma en la fugacidad de las relaciones y del amor, pero que sin embargo acaba la película con un discurso muy diferente al que elaboró al principio, un discurso con tintes pesimistas, es cierto, pero con la felicidad de haber encontrado su sitio. La felicidad que a todos nos da un nuevo comienzo. La felicidad del pesimista, al fin y al cabo