Cuando uno se plantea meterse en una sala de cine y pagar por ver una película con "San Andrés", normalmente no va engañado y sabe perfectamente a lo que se enfrenta:

-Uno (o varios) micro-dramas familiares más o menos manidos para dar algo de "humanidad" a los protagonistas
-Un hombre corriente convertido por la necesidad en un híbrido entre MacGyver y Supermán.
-Damiselas en apuros.
-Malvados magnates y/o políticos cuya avaricia será su propia perdición y la de los demás.
-Lo último en efectos especiales, visuales y digitales.
-Muerte y destrucción.
-Banderas americanas por todas partes
-Oda a al familia tradicional.

Efectivamente, si te planteas ver "San Andrés" te vas a encontrar todo eso. Nadie te va a engañar, ni te van a dar gato por liebre. Así que céntrate en dejarte entretener, y te aseguro que la disfrutarás como un crío.
"San Andrés" no pretende innovar, ni renovar el género, ni nada por el estilo. Más bien retoma toda la tradición del cine de catástrofes de los 70 y lo reproduce con los cánones del cine palomitero de hoy.

Estamos ante un producto desinhibido y si complejos, autoconsciente de su naturelza y orgulloso de ella. Una película honesta que se asume como lo que es y que no trata de esconder sus orígenes ni sus intenciones. Un loable ejercicio de cine-espectáculo que no sólo no abochorna, sino que además entretiene, y que quizás por su falta de ambición supera con creces a producciones como "El día de mañana", "Poseidón", "2012",... incluso a el telefílmico "Lo Imposible". Y por supuesto bastante más interesante que "Jurasic world".

Comparaciones aparte, "San Andrés" resulta ya atractiva desde su cuidadísimo trailer, inusualmente elegante para este tipo de cine. Retomo mi eterna reivindicación de la importancia de un trailer bien hecho, como primer acercamiento al posible espectador, sin contarle más de lo que debe saber, sin mostrar más de lo que debe mostrar y sin levantar más expectativas de las que pueda ofrecer el producto final. En ese sentido San Andrés cuenta con un anticipo ejemplar.

Bien es cierto que contar con Dwayne "The Rock" Johnson da un poco de miedo a priori, pero la verdad es que el chico no molesta ni malogra la película. Cuesta creérsele incluso como persona, motivo por el cual no desentona en este papel "florero" de súper papá todoterreno que lo mismo pilota una avioneta, que rescata a una pija de una falla, que te dobla una viga con los dientes. El peso de la película recae en el resto del reparto, que tejen una red de personajes eficaces, y sobre todo en unos efectos digitales espectaculares, ajustados, creíbles y bien dosificados.

Muy "mona" Alexandra Daddario, que es casi tan dura como su papá en la ficción, y que es la verdadera protagonista, y un placer la presencia de Carla Gugino, aunque sea como mera comparsa.

No hay mucho más que contar o debatir sobre la película. Tampoco hay mucho que reprocharle, salvo que nos desaprovechen de esa manera a Kylie Minogue y que no nos ahorren esos inevitables cinco últimos minutos de mensaje patriotero, reaccionario, fascistóide y meta-yanki con bandera gigante incluida que es el precio que tenemos que pagar por ese oscuro placer que nos produce ver a los norteamericanos sufrir.

Eso sí, al menos aquí concentran casi toda la caspa en un pegote final, que si eres un poco avispado y te escapas del cine un poco antes de los créditos, te puedes evitar.
Una entretenida vuelta a la adolescencia.