Por algún motivo, por lo poco que había escuchado (entrevistas a Raúl Arévalo en la radio,...), leído (sinopsis, críticas,...) y observado (la propia portada de la película y algún fotograma), sospechaba que la peli me iba a transmitir algo.
Parto de la premisa de que Raúl Arévalo, aunque me parece un buen actor que ha hecho varios largometrajes interesantes, no es un actor que me subyugase, pero intuía que no iba a hacer cualquier filme para salir del paso.
Exacto, en esta película, todo lo que visualizo, cada segundo, me lo creo. Todo es tan normal, tan cotidiano, tan ordinario, que en el primer instante estás dentro. El bar Carrasco es tú bar, hasta el viejo BMW granate de José , el ambiente del barrio, la celebración de la comunión ... y los personajes están tan logrados...
Tengo que decirlo. Uno de los grandes motivos por los que vi la película por segunda vez, además del disfrute que me supuso la primera visión, era poder deleitarme de nuevo con la inmensa interpretación de apenas 10 minutos de Manolo Solo, como Triana. El Goya que se ha llevado como mejor actor de reparto me alegra más que el del propio Raúl Arévalo o la película. Los 10 minutos que dura su escena son, para mí, 10 minutos de cámara oculta en el recóndito sótano de un gimnasio de boxeo en un barrio quinqui. Impresionante, de verdad. Actorazo como la copa de un pino.
Luis Callejo está brillantísimo, nos transmite tensión, tormento y rabia. Antonio de La Torre ya nos tiene acostumbrados a grandes y complicados papeles, con el riesgo de encasillarse en ese rol de hombre apático y reservado que le queda como anillo al dedo.
La mezcla de cine costumbrista, de barrio, tan español, con el más puro thriller y la venganza más violenta, hacen de esta película algo que yo no había visto antes por estos lares.
Película grande.