Sus últimos trabajos han ido dirigidos por otros caminos más patrioteros y eso puede que no haya sido del agrado de todos. Por eso, el riesgo era ahora mayor. Un Eastwood longevo, conservador y a la vez pasado de vueltas podía terminar de socavar una carrera fulgurante y ejemplar. Así que el bueno de Clint se ha sacudido la presión y ha hecho una obra magnífica, abordando otro género y con él de protagonista, rodeado de narcotraficantes y de polis, con casi noventa años.
De todas formas, ahí no se queda la película. Es imprescindible el trabajo del secundario de lujo Andy García como jefe del cártel, aportando la química necesaria a un film así. Tampoco se queda atrás la siempre impecable Dianne Wiest haciendo de esposa, madre y abuela de la familia. Hasta Bradley Cooper lo hace bien y eso es noticia pero el papel del padre descuidado y vividor, que encarna a la perfección Clint Eastwood, es de lo que puede presumir más esta historia. La evolución del personaje en el entorno familiar ofrece escenas y diálogos memorables. Nada sobra en la película y poco le falta para ponerse a la altura de las obras maestras del director. Mula es otra lección de buen cine de un pura sangre como Eastwood.