Makoto Shinkai es, sin duda, uno de los directores de animación japonesa más prometedores del panorama actual. Ya han sido varios sus trabajos, todos con buena nota, pero sigue estando en ese limbo de tener éxito de crítica pero no tanto de público. Con 'El jardín de las palabras' vuelve al formato intermedio de mediometraje (apenas 46 minutos de duración) tras el loable pero fallido intento de interesar al gran público con 'Viaje a Agartha' (2011), una película de aventuras muy al estilo de Studio Ghibli, la cual a mí me gustó bastante, pero su taquilla en Japón fue más que discreta y, por tanto, no logró ese objetivo para que Shinkai diera el salto a la primera plana.

Respetado, con esta película el director vuelve al estilo que más fama le ha dado: la poesía visual, la armonía de una animación excelente con un argumento que explora los sentimientos más profundos del ser humano, sobre todo los relacionados con el amor y la soledad. En esta ocasión, un resguardo de la lluvia en medio de un jardín de Tokio sirve como excusa para los encuentros de un adolescente muy maduro y una mujer cerca de la treintena con problemas psicológicos.

La belleza visual vuelve a casar con un desarrollo igualmente bello, estilizado y bien fraguado, donde todo parece encajar de principio a fin y, sobre todo, te hace pararte a pensar, pues Shinkai narra pegado a la realidad, y con planteamientos tremendamente comunes, llevándolos a un terreno donde lo cotidiano se vuelve extraordinario. Y, desde luego, esa es una notable seña de identidad.

'El jardín de las palabras' no llega al nivel de su hit '5 centímetros por segundo', pero no le anda lejos y mejora trabajos anteriores como su interesante, pero primeriza, 'Voces de una estrella'. Quien busque a Makoto Shinkai, al que más de uno creyó perder (en su esencia) con 'Viaje a Agartha', aquí lo volverá a encontrar a pleno rendimiento.

Su forma de narrar y mostrar me sigue encandilando y creo que está llamado a ser un referente de la animación en un futuro a medio y largo plazo. De momento, tiene estilo propio. Ahora debe saber adaptarlo y con él, seguir creciendo. Mucho mérito y talento. Hay que seguirle.