Fritz Lang logró estrenar en 1927 este prodigio del cine mudo que se pegó un importante batacazo en taquilla para la época, tratándose de una gran superproducción de la potente UFA alemana por aquel entonces. Incluso la crítica en su momento la puso a parir tachándola de incongruente.

Pero aquí estamos, más de 80 años después, admirándola (esto hace pensar sobre algunas bodrios actuales que quizás dentro de cien años sean alabados, vete a saber). Y es que es imposible no admirar los muchos aspectos interesantes de 'Metrópolis', que no solo tenía una idea de base fantástica, argumental e incluso ideológicamente hablando, sino que se llevó a cabo con una maestría digna de elogio.

Aún hoy cuesta creer que en los años 20 se planteara y lograra estructurarse una película como 'Metrópolis'. No solo ya era difícil trasladar este planteamiento desde el cine mudo y con unos códigos cinematográficos primitivos, sino hacer que la fuerza del mensaje fuera tal a través de un guión lúcido que combina idea, trama, técnica y arte.

La ideología es clara y está ahí: Una ciudad del futuro altamente tecnológica de la que disfrutan unos pocos privilegiados gracias al duro trabajo de muchos. Para ahondar más en esta diferencia, los privilegiados viven en la reluciente superficie mientras los obreros están hacinados en niveles de sub-suelo haciendo patente las diferencias sociales de unos y otros.

La trama va más allá de esa idea, aunque está fuertemente ligada a ella. Sin embargo argumentalmente 'Metrópolis' se esfuerza en ofrecer algo más que un panfleto ideológico: Imagina todo un mundo impensable en su tiempo, reconocible a día de hoy, metiéndose de lleno en la ciencia-ficción y tratando temas constantes en el género (posteriormente sobreexplotados) como el debate entre robots y humanos, o humanos y máquinas en general.

La técnica brilla con luz propia: Un montaje ágil e innovador, con efectos especiales sorprendentes y por supuesto, una grandiosidad visual rompedora con sus juegos de sombras y sus decorados de formas irregulares típicas del expresionismo alemán y que tanto han influido en el cine y en otras manifestaciones artísticas desde entonces.

Una realización ambiciosa, llena de desbordante imaginación y planos innovadores que daban buena cuenta de que sin duda se quería hacer algo grande. Quizás tanto que fue una película incomprendida en su momento y justamente valorada posteriormente. Solo le lastran los excesos propios de la pretenciosidad del proyecto, como el excesivo metraje y cierta redundancia. Pero eso pasa a un segundo plano por todo lo dicho.

Un film de los que hacen entender el cine pasado, presente y futuro, en todos los sentidos.