Stéphane (Gael Garcia) es el prototipo del joven soñador encerrado entre los muros de la realidad. Su vida es por mucho aburrida y siente que la realidad “no le da la talla” al tamaño de su imaginación. Todo ese mundo surrealista y onírico alcanza una exquisitez inmensa cuando en su vida aparece Sthephanie, su nueva vecina.

Película bonita de ver, en especial al apreciar cómo el director intenta reflejar los mundos del protagonista. Hablo de “los mundos” porque existen escenas en las que el espectador no tendrá muy claro si las imágenes presentadas corresponden al mudo real o al creado por la imaginación de Stéphane. Sobra decir que los sueños y alucinaciones del personaje son, por mucho, lo mejor de la película, casi al punto de ocultar una historia tan pobre que pasa desapercibida. Ideal para poetas, artistas y soñadores. No recomendada para críticos de guiones o libretistas colombianos, estos últimos justificarán su patético trabajo con la cinta.