Ya lo decía el bueno de Nietzsche: “Sin música, la vida sería un error”. Y no de otra manera podrá comprenderse esta bella cinta de animación. Para el espectador desprevenido o demasiado exigente la película no ofrecerá un gran atractivo ya que, como suele suceder con este tipo de trabajos, ella presenta algunos fallos tanto en la forma como en la narración. Por ejemplo, la animación está a años luz de ser del tipo HD con la que J. Cameron conquistó al mundo con su “Avatar”, y la historia central (el amor entre la pareja de protagonistas) se ha contado hasta la saciedad. Pero apreciado(a) lector(a), usted no puede perderse la oportunidad de apreciar esta cinta, ¿la razón? Bueno, es algo complicado de explicar, pero intentaré como latino que soy expresarlo de la manera más significativa posible.

La música en cualquier lugar del mundo ha sido el baluarte donde se abrigan los sentimientos humanos. Desde las emociones más sublimes y trascendentales, hasta las más mundanas y superficiales. En ella el ingenio humano ha encontrado un excelente pergamino para describir su propia realidad, pero más importante, su idiosincrasia. Claro, los libros cumplen el mismo papel, pero la ventaja de la música es que cualquier ser humano tiene la capacidad de apreciarla e interpretarla. Esto fue especialmente importante para Latinoamérica en una época en la que saber leer y escribir fue un privilegio de pocos, lo que impulsó a quienes no conocían el universo maravilloso de las letras a expresar su sentir por medio de profundas y dicientes melodías.

La riqueza musical latinoamericana ha bebido de múltiples fuentes: desde las ancestrales raíces nativas, pasando por el color y la alegría rítmica de los sones africanos llegados por la esclavitud en la colonia y el aporte instrumental y métrico de las tierras ibéricas se fusionaron en una amalgama increíble de emociones auditivas que, en gran medida, determinan el espíritu latino ante el mundo. “Chico y Rita” es un homenaje maravilloso a esa fusión y será la única manera de comprender el espíritu impreso en ella por sus realizadores. La música que discurre a finales de los años 50 entre las calles habaneras, se pasea también en medio de las luces de neón en Nueva York y las Vegas, pasando por los bohemios cafetines franceses es un regalo que se entrega al mundo expresando la pasión y la esencia del ser latino. Bellísima.