Memorable inicio de una trilogía (muy probablemente poco esperada) que en su comienzo combina de una forma interesante y efectiva terror y comedia. Se inserta en las típicas películas de grupo de amigos que se hospedan en una casa abandonada y maldita, pero se desarrolla de forma muy ágil y con escenas que no dan descanso alguno. Hachazos, sangre a borbotones, monstruitos feos que acosan continuamente, posesiones...

La interpretación de los actores es correcta, pero destaca especialmente la de su protagonista. Bruce Campbell encaja perfectamente en el perfil de parodia que constituye el contexto de esta obra, con unas expresiones faciales descacharantes. Y ello a pesar de que el papel que le otorgan en la misma es el menos humorístico en comparación con las posteriores secuelas. Pero es un humor negro que nos hará pasar un buen rato y nunca sabremos por dónde nos va a salir.

No es fácil realizar una película atractiva que apenas tiene dos o tres escenarios: la carretera por la que van los amigos al principio y posteriormente en la casa y alguna salida al bosque. La ambientación y puesta en escena es buena y su duración no se hace excesivamente larga sino la justa y necesaria.