Disney nos ofrece una película animada con un argumento muy distinto al que solemos ver. No se protagoniza por un amor complicado o destinado y tampoco por una relación paterno-filial tormentosa o calurosa, sino esta vez por una relación de amor-odio entre hermanas. En este sentido Frozen nos cuenta de entrada cosas nuevas y por lo tanto se agradece que explore un poo en ese tipo de relaciones.

Técnicamente, la puesta en escena es soberbia. Sobre todo el diseño del hielo que prácticamente da la sensación de ser real. Un mundo mágico de nieve que despierta sensaciones de asombro y desde luego mucho más cuidado el ambiente que en largometrajes anteriores.

En cuanto a los personajes, el humor lo representa un muñeco de nieve, siendo otra novedad en la animación. Lo que destaca de él es su condición de "muñeco", deshaciéndose y uniéndose sus partes de que está construido y además con una personalidad tan inocente e ingenua como simpática.

El guión está bien construido, con algún que otro giro inesperado que añade interés a la historia. Quizás no llega al espíritu clásico y eterno de joyas como Aladdin o El Rey León, pero no es una simple película más de la factoría Disney. Gustará a pequeños y grandes y se rematará con un final tan emotivo como memorable.