22 años después de uno de los éxitos más taquilleros y que han conquistado a niños, adolescentes y algunos más mayores, se estrena la cuarta parte de la saga. No me cabe duda de que va a ser un nuevo boom de taquilla, más que nada porque para mucha gente Jurassic Park es una de las referencias cinematográficas de su niñez. Sin embargo, tras su visionado no asistimos a novedades demasiado destacables. Más allá de los nuevos e impresionantes dinosaurios (el Indominus Rex y el Mosasaurus) y los efectos 3-D si no nos importa pagar un poco más.

La historia nos lleva de regreso a la isla Nublar, donde se ha reabierto el parque que en su día quedó cerrado y abandonado tras los acontecimientos de Jurassic Park. Ahora rebautizado como Jurassic World. El guión hace bastantes guiños a esa primera película, pero peca de hacerlo demasiado. Tanto es así que durante el metraje nos parece estar viendo la misma obra de principios de los años noventa. El argumento es muy similar y peca de cierta previsibilidad, haciéndose más patente el intento de imitar la producción de Spielberg en el tramo final.

No es mala película, pues entretiene, exhibe buenas escenas de intervención de dinosaurios como gallimimus, velociraptores y demás, añade la exposición de varias atracciones que ofrece el parque y cuenta con una acertada interpretación del protagonista Chris Pratt (Star Lord en Guardianes de la Galaxia). Sin embargo, aún siendo buena película no es suficiente como para que la cinta nos capture. La construcción y los efectos especiales son buenos pero no hay una historia detrás que justifique novedades. Aún así, podemos situarla como la segunda mejor de la saga, que no es poco.