La trilogía de X-Men se cierra (antes de que se reabriera ocho años después) con una irregular película en la que se plantea la existencia de una "cura" para los mutantes. La introducción de la misma no es baladí ni una licencia al aire, sino que de hecho sucede en los cómics. Sin embargo, el título es desacertado porque realmente no representa un final propiamente de estas aventuras por su carácter abierto y para muestras el estreno de Days of future past.

La historia no atrapa tanto como sus geniales películas precedentes. Quizás se podía esperar una culminación más impactante, pero su interés no desaparece por el atractivo de saber qué destino tienen finalmente los mutantes aparte de cómo sigue evolucionando el conflicto entre Charles Xavier y Magneto. Por otra parte existen personajes que aparecen durante poco tiempo y su intervención parece reducida a un cameo. Es el caso de Coloso e incluso de Bestia, que podría habérsele dado un papel algo más consistente.

En cuanto a las escenas de acción se encuentran menos inspiradas, pero al menos seguimos contando con Lobezno que una vez más es estupendamente interpretado por Hugh Jackman. Su gran trabajo durante la saga le facilitará protagonizar una aparte sobre su pasado.

Quizá el problema que tiene esta película es que choca un poco el cambio en la dirección. El anterior, Bryan Singer, supo conquistar a fans y críticos con sus obras sobre los X-Men, pero Ranter no ha podido aprovechar ese legado al máximo. Pese a todo, sus fallos son suavizados gracias a los tres actores estrella: Jackman, Stewart y McKellen.