Después de las bonitas incursiones de los Estudios Vara en los años sesenta y la fallida serie de televisión emitida en Antena 3, Mortadelo y Filemón vuelven a ser animados aprovechando los avances del nuevo siglo. Y verdaderamente el resultado es superior al esperado. Técnicamente la película es muy llamativa, con movimientos de los personajes muy dinámicos, efectos muy cuidados y una confección y puesta en escena superior a previas obras españolas como Tadeo Jones o Planet 51. Ello nos da pie a pensar que tenemos medios más que suficientes para no envidiar nada a Pixar ni a Disney. La cuestión del guión es algo más personal.

La película, aún conteniendo muchos aspectos propios del cine de Fesser (de entrada no hay que olvidar que son los MyF de él y no de Ibáñez) sí que ofrece muchos guiños a los cómics como los clásicos detalles de fondo. En ese sentido hay que destacar el prólogo. La historia nos divierte desde el primer momento con escenas para todos los gustos (algunas realmente frenéticas) en las que además hay simpáticas parodias de personajes famosos de la televisión. Ahora bien, también existen otras que se alargan demasiado o que son un desvarío que no acaba de entenderse bien. Ya se sabe que en los cómics muchas veces no hay lógica, pero en la película no acaban de terminar bien y por ello reducen lo que ya de por sí es una obra brillante.

La introducción del personaje de Irma es otro guiño a uno de los más recordados de la serie cómica que ya no están. Pero hubiera sido más evidente si su vestido fuese rojo en lugar de azul. Además, el que realmente estaba colado por ella era Mortadelo. De otra parte, la de Rompetechos es sin duda la más acertada. Un entrañable personaje que además está previsto que en un futuro no muy lejano protagonice una película. Y su intervención aquí es la mejor carta de presentación. En cuanto al Tronchamulas, tiene todas las características del típico matón fortachón de los cómics y si además metemos de por medio un invento del Bacterio, el resultado es aún más tronchante.

En lo que se refiere al doblaje, es un acierto contar con algunas de las voces de las películas de imagen real como son los casos de Berta Ojea (Ofelia) y Mariano Venancio (Súper).