Una obra de ciencia-ficción que recurre a la ambición progresiva de un inventor que se pudo ver (por ejemplo) en El hombre invisible. Milland sabe encarnar ese personaje sin escrúpulos cuyo descubrimiento se le va de las manos. No permite que nadie se le interponga y va enloqueciendo para desesperación de otros personajes secundarios que asisten a la evolución de su proyecto aparentemente altruista.

La película no presenta sorprendentes efectos especiales, más allá de la inserción de las imágenes en las que el protagonista observa a través de los objetos y cuerpos. Su punto débil es que peca de un ritmo algo lento, de manera que sólo al final los acontecimientos se van sucediendo de forma más rápida, de manera que hasta entonces da la impresión de que falta algo de dinamismo.