Ron Howard es uno de esos directores de cine a los que solo hace falta su firma para que, a priori, resulte apetecible cualquier trabajo suyo. Desde Cocoon, Willow, Llamaradas, Apolo XIII, las dos entregas de las famosas novelas de Dan Brown, El código da Vinci y Ángeles y Demonios o la oscarizada “Una mente maravillosa” forman parte de su largo bagaje. Y, como no podía ser de otro modo aún con sus altibajos, su última obra “En el corazón del mar”, no defrauda en absoluto.

La película nos viene a contar la historia de unos balleneros naufragados en el Pacífico Sur en 1820 que, según narra la cinta, sirvió de inspiración al escritor Herman Melville para su archiconocida “Moby Dick”. En su rol protagonista nos encontramos a Chris Hemsworth (Thor), que ha bajado esta vez de los cielos escandinavos para encarnar el papel de 1º. Oficial de a bordo del Essex, el buque que se enfrentará a la ballena blanca y que acabará abatido por sus envites. La verdad que en lo que se refiere a los personajes Hemsworth cumple y aún sin grandes alardes lo hace mejor de lo que podíamos haberlo creído en un principio.

En realidad, lo mejor de esta cruenta historia de náufragos, es la belleza de sus imágenes: el mar inmenso, el hombre y la bestia, la grandiosidad del “monstruo a batir”. 30 metros de largo y la ferocidad desatada del gran cachalote blanco, capaz de llevarse de por medio cualquier cosa que se le ponga delante. Pero merece la pena, como decíamos al principio no defrauda y Howard vuelve a ponernos de manifiesto, una vez más, que el cine no solo es arte si no también espectáculo y En el corazón del mar da más que suficiente para ello.