No pasará a la historia del cine pero, en general, y con ciertos altibajos, resulta entretenida. Es cierto que los críos son unos sabelotodos irreales y no parece que existan profesores como Héctor, pero algunas de las reflexiones y los dialogos son realmente inteligentes. Sólo por ellos la película merece la pena.
El personaje a admirar no son ni Héctor ni el profesor nuevo sino la vieja profesora de historia. Es ella la que les ha inculcado el saber a partir del cual pueden hacer aletear su imaginación y jugar con el conocimiento. Esto parece pasarse por alto siempre en estas películas en las que el conocimiento llega sin esfuerzo y trabajo. En este sentido no se aparta del estereotipo de estos films que se alejan de la realidad.