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Voto de Tylercito:
10
8,2
12.078
Drama
Hacia 1930, en un pequeño pueblo de Jutlandia occidental, vive el viejo granjero Morten Borgen. Tiene tres hijos: Mikkel, Johannes y Anders. El primero está casado con Inger, tiene dos hijas pequeñas y espera el nacimiento de su tercer hijo. Johannnes es un antiguo estudiante de Teología que, por haberse imbuido de las ideas de Kierkegaard e identificarse con la figura de Jesucristo, es considerado por todos como un loco. El tercero, ... [+]
4 de mayo de 2009
21 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
"(...) lo absurdo no está en el hombre (...), ni en el mundo, sino en su presencia en común.
(...) No sé si este mundo tiene un sentido que lo supera. Pero sé que no conozco ese sentido y que de momento me es imposible conocerlo".
Albert Camus - El mito de Sísifo
Para Camus, cualquier tipo de posición conciliadora más allá del absurdo es un simple salto; un acto de fe. Y según él, Kierkegaard es uno de los tantos filósofos que anhela el salto, convirtiendo las antimonias y las paradojas en criterios de lo religioso, pidiendo a gritos el sacrificio del Intelecto y divinizando su única certeza: lo irracional.
Muchos son los que dicen que Kierkegaard jamás logró dar el salto que tanto pedía, ese salto ante el que se postraba. A mi parecer, esta incapacidad dice más de él que sus propias palabras. Pues sólo a un loco (leáse Johannes) o a un niño (léase la hija de Inger) se le debería permitir algo así. Las palabras del filósofo pueden creer en el sonido que resucita a los muertos, pero el filósofo sólo ve cadáveres y no se atreve a saltar ante tal panorama.
Lo natural no es la fe. Lo racional no es la fe. Y sin embargo, la fe sería es el camino más bello que podría jamás tener un hombre. Pero el hombre es racional y vive en medio de la naturaleza desde el principio de los tiempos. Lo normal es la duda; el agnosticismo; el vacío; el absurdo. Lo normal es ver a hombres buenos que a pesar de todo no creen (léase Mikkel), a viejos que se entretienen confrontándose por pequeños detalles (léase Morten Borgen y el sastre) pues temen tratar lo más grande.
Sólo existe una posibilidad para que la fe se convierta en algo racional y natural, para que su camino se aleje de las tinieblas: EL MILAGRO.
(...) No sé si este mundo tiene un sentido que lo supera. Pero sé que no conozco ese sentido y que de momento me es imposible conocerlo".
Albert Camus - El mito de Sísifo
Para Camus, cualquier tipo de posición conciliadora más allá del absurdo es un simple salto; un acto de fe. Y según él, Kierkegaard es uno de los tantos filósofos que anhela el salto, convirtiendo las antimonias y las paradojas en criterios de lo religioso, pidiendo a gritos el sacrificio del Intelecto y divinizando su única certeza: lo irracional.
Muchos son los que dicen que Kierkegaard jamás logró dar el salto que tanto pedía, ese salto ante el que se postraba. A mi parecer, esta incapacidad dice más de él que sus propias palabras. Pues sólo a un loco (leáse Johannes) o a un niño (léase la hija de Inger) se le debería permitir algo así. Las palabras del filósofo pueden creer en el sonido que resucita a los muertos, pero el filósofo sólo ve cadáveres y no se atreve a saltar ante tal panorama.
Lo natural no es la fe. Lo racional no es la fe. Y sin embargo, la fe sería es el camino más bello que podría jamás tener un hombre. Pero el hombre es racional y vive en medio de la naturaleza desde el principio de los tiempos. Lo normal es la duda; el agnosticismo; el vacío; el absurdo. Lo normal es ver a hombres buenos que a pesar de todo no creen (léase Mikkel), a viejos que se entretienen confrontándose por pequeños detalles (léase Morten Borgen y el sastre) pues temen tratar lo más grande.
Sólo existe una posibilidad para que la fe se convierta en algo racional y natural, para que su camino se aleje de las tinieblas: EL MILAGRO.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La película termina y el milagro llega.
Abajo el telón. Bienvenido a la vida.
Quienes critican la resurrección a mi parecer no han entendido nada. Mi lectura se aleja de todas las que he leído en Filmaffinity. Aunque suene a provocación, creo que no se debería tomar tan en serio el milagro. Para mí la muerte de la amada y su posterior regreso del mundo de los muertos sólo es un MacGuffin que Dreyer usa para ilustrar la dolorosísima verdad: para que entre los hombres surja un mínimo de entendimiento y unidad es necesaria la tragedia; para que exista la fe, para que la vida y el amor triunfen para siempre, para que, enfin, la vida sea lo que todos anhelamos que fuera, lo que es necesario es un milagro.
Sin embargo, todos nos pudriremos porque este mundo está podrido. Pero ojo: no somos los culpables de tal putrefacción. Somos las víctimas.
PD: Es Camus quien también nos recuerda las bellas palabras del abate Galiani a Madame d'Épinay: Lo importante no es curarse, sino vivir con las enfermedades.
Qué pena que seamos tan malos pacientes, añado yo. Pues todos, Kierkegaard incluido, buscamos una cura para nuestra enfermedad. Una cura que no existe. Y es al intuirlo cuando muchos se aferran a cualquier panacea.
Os dejo el maravilloso fragmento de la película donde Johannes y el párroco conversan:
- ¿No me conoces?
- ¿Es el hijo de la granja?
- Soy albañil. Construyo casas. Pero la gente no quiere vivir en ellas.
- ¿No?
- Quieren construírselas ellos mismos. Quieren... pero no pueden. Por eso algunos viven en chozas sin terminar, otros en ruinas... la mayoría vagan por ahí perdidos. ¿Eres tú de los que necesitan casa?
Me hubiese encantado contestar a Johannes
- Sí, soy de los que necesitan casa. Pero no estoy dispuesto a pagar el precio (la fe) que pides por ella.
Abajo el telón. Bienvenido a la vida.
Quienes critican la resurrección a mi parecer no han entendido nada. Mi lectura se aleja de todas las que he leído en Filmaffinity. Aunque suene a provocación, creo que no se debería tomar tan en serio el milagro. Para mí la muerte de la amada y su posterior regreso del mundo de los muertos sólo es un MacGuffin que Dreyer usa para ilustrar la dolorosísima verdad: para que entre los hombres surja un mínimo de entendimiento y unidad es necesaria la tragedia; para que exista la fe, para que la vida y el amor triunfen para siempre, para que, enfin, la vida sea lo que todos anhelamos que fuera, lo que es necesario es un milagro.
Sin embargo, todos nos pudriremos porque este mundo está podrido. Pero ojo: no somos los culpables de tal putrefacción. Somos las víctimas.
PD: Es Camus quien también nos recuerda las bellas palabras del abate Galiani a Madame d'Épinay: Lo importante no es curarse, sino vivir con las enfermedades.
Qué pena que seamos tan malos pacientes, añado yo. Pues todos, Kierkegaard incluido, buscamos una cura para nuestra enfermedad. Una cura que no existe. Y es al intuirlo cuando muchos se aferran a cualquier panacea.
Os dejo el maravilloso fragmento de la película donde Johannes y el párroco conversan:
- ¿No me conoces?
- ¿Es el hijo de la granja?
- Soy albañil. Construyo casas. Pero la gente no quiere vivir en ellas.
- ¿No?
- Quieren construírselas ellos mismos. Quieren... pero no pueden. Por eso algunos viven en chozas sin terminar, otros en ruinas... la mayoría vagan por ahí perdidos. ¿Eres tú de los que necesitan casa?
Me hubiese encantado contestar a Johannes
- Sí, soy de los que necesitan casa. Pero no estoy dispuesto a pagar el precio (la fe) que pides por ella.