No es una historia nueva ni original ni sorprendente y sin embargo se trata de una película bella, enternecedora, de esas que te permiten pasar un buen rato y te dejan una placentera sensación de paz y satisfacción. El protagonista es un joven profesor de Bután que pasa por una crisis de identidad. Se encuentra muy influenciado por la cultura occidental y quiere irse a vivir a Australia. Al mismo tiempo no encuentra placer ni sentido en su trabajo como docente. El Ministerio de Educación decide enviarle a la escuela más remota del mundo. Esta simple premisa nos sirve de excusa para poder ver los bellos paisajes de Bután, conocer un poco de su forma de vivir y su cultura. El respeto que sienten las culturas orientales por los maestros, el contraste entre el mundo rural, mundo que todavía mantiene su identidad, con el mundo urbano. Una película humana, exquisita, respetuosa con los personajes y con el espectador. Es absolutamente recomendable y aunque desgraciadamente veo que será difícil que gane el Óscar, está entre mis favoritas, en un año en el que en mi opinión, hay muchas películas largas y aburridas.